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Iñaki Lekuona Periodista

La bici de la ministra

Preguntado sobre cuánto más podrá subir el precio del petróleo antes de que una grave crisis mundial acabe por reventar el sistema neocapitalista, un analista económico francés responde: «de cero a infinito». Viene a decir que el sistema económico actual lo soporta todo, y que el capital se irá acostumbrando a vivir sin oro negro. Puede que sea así, pero de momento los del Pentágono no se lo creen demasiado y procuran hinchar sus reservas a toda costa, como saben los iraquíes.

Prosigue el sesudo analista argumentando que el desarrollo de los países emergentes como China, India o Brasil explica en gran parte la ascensión del precio del barril. Y acaba anunciando que una de las consecuencias del aumento imparable de los hidrocarburos será el incremento del foso que separa a ricos de pobres. O sea, que la culpa de que haya cada vez más pobres va a ser de los países que quieren dejar de serlo.

Termina el analista anunciando que los países que se dicen desarrollados tendrán que apostar por «otras energías alternativas», sobre todo la nuclear. Francia lleva años envidando a mayor por esta fuente de energía y hace un par de años se llevó a casa con un órdago el nuevo programa nuclear europeo, ITER, que va a fabricar la «energía de las estrellas». Pero no por ello la República va a dejar de construir sus propios reactores de label francés, los EPR, susceptibles de ser exportados por ejemplo a Marruecos, a Argelia o incluso a Libia, donde el acuerdo se firmó poco después de la liberación de las enfermeras búlgaras por la ex del presidente Sarkozy...

Mientras esperamos pacientemente a que el precio del petróleo suba de cero a infinito y a que la energía nuclear de tercera generación nos irradie de felicidad, Cristine Lagarde, ministra francesa de Economía, ha topado con la solución de tránsito: «que el ciudadano adopte comportamientos y modos de consumo diferentes tanto para preservar su poder adquisitivo como para prevenir el futuro». Entre estas medidas originalísimas y revolucionarias, la ministra aconseja al ciudadano coger la bici. Pero no pasa nada si Sarkozy viaja de acá para allá en un goloso avión presidencial en lugar de en vuelos públicos: con un poco de suerte le ha vendido una central nuclear al Chad. Y eso ya es mucho pedalear.

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