Esta ópera prima del uruguayo Rodrigo Plá obtuvo el León de Futuro en la Mostra de Venecia, además del Premio de la Crítica en el Festival de Toronto. Saca partido del fuerte contraste social que se da en México D.F., al situar la acción en una acomodada zona residencial que cuenta con extraordinarias medidas de seguridad, a fin de mantenerse a resguardo de la miseria que la rodea.

También aprovecha la alarma de la inseguridad ciudadana, mediante el reflejo los grupos de vecinos que ante la corrupción e ineficacia policiales deciden tomarse la justicia por su mano. Es como una prolongación en el tiempo de los aburguesados protagonistas de «El ángel exterminador», de Luis Buñuel, aunque su aislamiento del exterior encuentra una definitiva explicación en el miedo a una delincuencia, que no es otra cosa que la respuesta de los sectores marginales de la población.

«La zona» se nutre de los argumentos sobre la cacería humana, por cuanto manifiesta la persecución mortal al que, por diferente, es considerado como elemento hostil. Tres jóvenes ladrones consiguen penetrar en el superprotegido complejo residencial para robar en una casa, hecho que provoca la muerte de una anciana. Dos de los intrusos son abatidos a tiros por los guardias jurados del lugar, quedando un tercero con vida sin poder salir del recinto. Acorralado, el muchacho se verá sometido a una lucha por escapar, con la única complicidad del hijo de una de las familias de vecinos, que es de su misma edad. La huida resulta imposible porque la policía está fuera haciendo todavía más estrecho el cerco, a medida que la tensión interna se dispara. Rodrigo Plá acierta a describir esta suerte de modernas fortalezas, cuyas barreras aíslan tanto a los que se encuentran en el exterior como a los que se creen a salvo dentro.