No es justo que las películas que hablan de un momento histórico concreto no sean estrenadas a tiempo, más aún si el retraso hace que el título en cuestión vaya directamente a los videoclubs sin pasar por las salas de cine. «El delantal de Lili» es una de las realizaciones argentinas que supieron poner en solfa las consecuencias de la crisis económica del 2001, a base de utilizar el humor como arma defensiva ante el empobrecimiento repentino de los argentinos que lo perdieron todo y se vieron en la calle. Es una comedia muy chocante, que podría ser vista como la respuesta latinoamericana y crítica a «La señora Doubtfire», aquel divertimento familiar de Chris Columbus protagonizado por Robin Williams. El protagonista se travestía de asistenta doméstica para poder estar cerca de sus hijos, una vez perdida su custodia. Lejos de ese modelo superficial propuesto por Hollywood, el actor Luis Ziembrowsky se disfraza de mujer porque no encuentra ningún trabajo con su verdadera imagen.

Personifica a un cocinero al que han echado del restaurante donde metía horas por falta de clientes, en una situación de recesión extensible a otros tantos locales de hostelería. No encuentra nada, mientras su mujer entra en una depresión que le impide hacerse cargo de los niños y afrontar un trabajo en el servicio doméstico, por lo que es él quien en secreto decide presentarse en su lugar para mucama, que es como en Argentina llaman a las criadas. El transformismo al que le obliga una desesperada decisión forzada por la necesidad da lugar a un sinfín de equívocos, dentro de la comicidad más esperpéntica, aunque matizada por el trasfondo amargo de la impotencia que supone no poder llevar una vida normal junto a la familia.