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De guionistas, huelgas y reivindicaciones

La posición que ocupa el guionista en el mundo del celuloide es y ha sido un tema que siempre ha generado discordia. Me pregunto si el resto de los profesionales de la industria del entretenimiento deberían tener también acceso a ese este tipo de reclamaciones y si se les haría el mismo caso

Matad al guionista... Y acabaréis con el cine» es el acertado titulo de un libro que hace años escribió la guionista Alicia Luna (coautora del guión de la película «Te doy mis ojos» de Iciar Bollaín). Un epígrafe que refleja a las mil maravillas el estado de las cosas en cuanto a la labor del escritor de cine se refiere. Una labor no siempre reconocida y en el mejor de los casos relegada a un segundo plano. La posición que ocupa el guionista en el mundo del celuloide es y ha sido un tema que siempre ha generado discordia. Pero por encima de cualquier discusión prevalece su importancia dentro del engranaje de una película. Su labor determina cómo va a ser narrada una historia y por ende condiciona las siguientes etapas del proceso cinematográfico: el rodaje y el montaje. El Neorrealismo italiano de los años cincuenta, seguido diez años después por la Nouvelle Vague francesa, revolucionaron el modo de ver al guionista convertido en director-autor, alguien que al mismo tiempo de escribir el guión realizaba también el filme. Fue un antes y un después. Pero la labor del guionista traspasa las fronteras de la gran pantalla. Los políticos se hacen valer de su elocuencia escrita para florecer en las campañas electorales y los cómicos y presentadores televisivos esconden sus carencias tras las ocurrencias de los plumillas. Un guionista es, hoy por hoy, algo más que un escritor que teclea historias y dibuja personajes para el cine. Ahora están por todas partes y resultan imprescindibles en la sociedad mediática en la que nos movemos, sobre todo para la televisión.

Los de Hollywood lo saben. De hecho ésta no es la primera (ni será la última vez) que los guionistas dejen de sacarle punta a sus lápices y se declaren en huelga. Las televisiones están temblando ya que los suministros para poder continuar emitiendo capítulos de las nuevas temporadas de las series de éxito se acaban. Y con ellas los ingresos de los anunciantes. Claro que, si no llegan a un acuerdo y esta situación se prolonga, probablemente asistamos a una avalancha de reality shows sin precedentes. Los escritores, entre otras cosas, reclaman cobrar una proporción mayor de los ingresos que se generan por la venta de las series y películas en DVD, es decir, ganar en proporción a la explotación de sus creaciones. Y claro, su reivindicación es, cuando menos, lógica, vamos, que poco listos no son.

Iratxe FRESNEDA

Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual

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