Hay necesidad de dar solución a los residuos urbanos. Es un drama la situación creada y es rígida, como un pilar, la posición adoptada por las mancomunidades hace ya muchos años, con un plan como el PIGRUG, donde la única alternativa pasa por el desarrollo de una sola vía: la incineración. El otro pilar es el derecho de las personas. Dado que no hay sistema perfecto, conociendo las experiencias, en todas las partes del mundo, acerca de los negativos efectos en la salud en las personas, animales y plantas, se ha venido recopilando información de análisis de organizaciones internacionales. Se dice que la incineración genera energía. Lo cierto es que un análisis detallado del ciclo de vida completo revela que gasta mas energía que la que produce, ya que, como lo quemado no se recupera, hay que echar mano de nuevos productos a partir de materia virgen con el consiguiente gasto energético y de recursos no renovables. Sin embargo, lo más preocupante es el fuerte impacto ambiental que generan sus emisiones y sus cenizas (por cierto si PNV-EA, por un lado, y PSE, por otro, no quieren o no ven posible un vertedero en Donostia, ¿dónde se colocaría el que se necesita para recoger el 35-40 % de últimos residuos sumamente tóxicos?).

Las incineradoras aportan gases de efecto invernadero a la atmósfera y son fuente inexorable de dioxinas y furanos, sustancias tóxicas con propiedades cancerígenas que persisten en el medio ambiente y que se bioacumulan en los tejidos de los seres vivos. Es una opción que mira al pasado. Como muestra, de las 12 solicitudes para instalar incineradoras en Inglaterra y Gales entre 2001 y 2006, 11 se rechazaron o se retiraron. En el Estado español 500 médicos firmaron un escrito contra la incineración. Si eso dicen los entendidos, nosotros no debemos mirar para otro lado. Ya sin incineradora, basta con mirar la cantidad de muertos que nos deja la contaminación, así que menuda herencia dejaremos si se pone en funcionamiento.

¿Cómo se puede solucionar esto? Sabemos que hay soluciones alternativas, que son conocidas, lo que falta es voluntad y poner los medios necesarios de personal y organización, y no crear confusión con afirmaciones inciertas. Si se acumula el compost, del que hay necesidad en los terrenos agrícolas de los estados francés y español, hay que darle salida haciendo las gestiones necesarias. Para la recogida está todo inventado; para el reciclaje, crear las plantas de triaje necesarias, dotarlas de personal, con lo que se crearían muchos puestos de trabajo, siendo rentables. La incineradora es cara y nos la cobrarían (un 76% más que el Biosecado). Si el tema les da miedo, dótense de personal competente. Hay que hacer lo necesario con responsabilidad y sensatez, participando todos. La Administración poniendo en marcha leyes, normativas y edictos para reemplazar los materiales no sostenibles; poniendo los contenedores necesarios; insistiendo más en las campañas de separar, ya que es improcedente, por ejemplo, depositar botellas y cartón en los contenedores de color verde oscuro por no querer molestarse. Y reutilizar en lo posible para la necesaria reducción de residuos. En Houston y San Francisco han prohibido el uso de bolsas de plástico y han sido reemplazadas por las de tela, papel...

¿Dónde está el principio de prevención de riesgos? Está propuesto desde marzo del 2005 a los responsables de Diputación y Ayuntamiento de Donostia el Plan Director de Gestión de Residuos de Guipúzcoa y no hacen caso, tampoco a las peticiones de la ciudadanía. ¿Para qué sirve la participación ciudadana? Hay que denunciar el chantaje al que se somete a la Mancomunidad de San Marcos. Esto es un espectáculo trágico, un auténtico diálogo de sordos. ¿Hasta cuándo? Y si en Donostia no se debe o no se puede instalar un vertedero, ¿dónde se colocaría el de la incineradora?