El Bellas Artes expone 74 dibujos, grabados y acuarelas del siglo XIX
El Museo de Bellas Artes de Bilbo presentó ayer la tercera exposición monográfica sobre obra en papel que se nutre tanto de la colección propia como de préstamos temporales. «De Goya a Benlliure» reúne 46 dibujos, 8 grabados y 20 acuarelas que representan la sección más academicista del siglo XIX. Entre ellos destacan Francisco de Goya, Rosa Bonheur, Juan Barroeta, Mariano Fortuny, Eduardo Zamacois, Anselmo Guinea y Mariano Benlliure.
Karolina ALMAGIA | BILBO
El Museo de Bellas Artes de Bilbo es un firme defensor de la obra sobre papel. Desde hace un tiempo, organiza periódicamente exposiciones de dibujos, grabados y acuarelas que pretenden poner en valor este tipo de obras, muchas veces arrinconadas por los grandes museos. Con ello consigue, además, «alternar la presentación de otras colecciones en Bilbao con la difusión y el estudio de nuestra propia colección», según señaló ayer en rueda de prensa Javier Viar, director del Museo de Bellas Artes.
Siguiendo esta línea, se abre hoy al público la tercera exposición de obra sobre papel, titulada esta vez «Dibujos, grabados y acuarelas. Siglo XIX. De Goya a Benlliure». Patrocinada por Fundación Bancaja, permanecerá abierta hasta el 17 de febrero y fija su atención en los autores más academicistas de este periodo histórico. Son 8 grabados, 20 acuarelas y 46 dibujos, entre los que destacan los tres primeros grabados de las series «Los Caprichos», «Los desastres de la guerra» y «La Tauromaquia», de Francisco de Goya, además de obras de Rosa Bonheur, Juan Barroeta, Mariano Fortuny, Eduardo Zamacois, Anselmo Guinea y Mariano Benlliure.
El comisario de la muestra, Javier Novo, explicó ayer que el siglo XIX fue muy fecundo en este tipo de obra. «Con las revoluciones industriales, se generalizó el uso del papel. Junto a ello, las crecientes innovaciones en las técnicas del grabado y estampación permitieron un desarrollo sin precedentes en la producción de dibujos y grabados. Además, por primera vez, empezaron a comercializarse estas obras de arte».
De este modo, la estampa pasó de estar destinada a artistas y coleccionistas a ser un producto comercial adaptado a las modas y gustos. Y el grabado, que hasta entonces servía sólo para reproducir obras maestras de la pintura, fue adquiriendo categoría artística propia. Los artistas comenzaron a limitar las ediciones y a firmar sus ejemplares. En este periodo se enmarcan las series de Goya, de las que el Museo de Bellas Artes posee edicines completas y de gran calidad.
Fortuny y Zamacois
La exposición abierta en Bilbo dedica especial atención a Mariano Fortuny, que durante el XIX se consolidó como uno de los mejores grabadores, tal y como queda de manifiesto en el magnífico retrato del pintor bilbaino Eduardo Zamacois. Del género del retrato y los autorretratos se exponen también obras del propio Zamacois, así como de Ignacio Suárez Llanos, Anselmo Guinea, Francisco de Bringas y Mariano Benlliure. En cuanto a la acuarela, que experimentó un gran auge en el siglo XIX, queda representada por obras anedóticas, historicistas -como los espadachines y bufones de Zamacois- o de carácter exótico, como los de Anselmo Guinea.
El uso del dibujo -que hasta entonces había sido utilizado como herramienta para la preapración de óleos, esculturas o murales- se generalizó para la copia direta de modelos o de otras obras de arte, además de para el trabajo al aire libre. Rosa Bonheur o Juan Barroeta son algunos ejemplos de ello.
El Museo de Bellas Artes también se ocupa en esta muestra de los álbumes de recuerdos, que proliferaron en los círculos intelectuales del XIX, como el que perteneció a Julio Enciso, biógrafo del tenor Julián Gayarre, que incluye obras de Echenagusia, Guinea o Cecilio Plá.
La exposición incluye ejemplos de álbumes de recuerdo, que proliferaron en la época, como el que perteneció al biógrafo de Julián Gayarre, que se nutre de dibujos de Echenagusía, Guinea o Cecilio Pla.