Estaba viendo apaciblemente «Hermanos y detectives», en un capítulo donde se mostraban tramas de corrupción policial y otros asuntos consustanciales a la práctica profesional, y ante una de esas parrafadas demoledoras del niño detective, se me apareció la solución al enigma. La realidad política y social tiene unas connotaciones ficcionales de marcada ascendencia del absurdo, que nos provocan individual y colectivamente desvaríos de carácter y trastorno en el estado de ánimo. Además, si hay actos preparados para ir embadurnando de harina a los candidatos, los noticiarios están listos para freírse a la romana.

Parece que existe una plaga de afonía en las aulas que provoca muchas bajas laborales temporales y alguien ha tenido la feliz idea de ponerles a los docentes un micrófono y un amplificador, como si se tratase de volumen y no de educación, es decir de entrenamiento de la herramienta principal de un educador, como es el aparato fonador. De todas las maneras la imagen de un docente con un micrófono colocado en cabestrillo como los tomboleros es algo que podría ayudar a humanizar las aulas. A no ser que alguien crea que es más eficaz dar las clases con megáfono. O con el micrófono rapeando y bailando hip hop. A lo mejor así tenían más éxito escolar sus alumnos.

No obstante, el parte de accidentes laborales más impresionantemente impensable es el de las fuerzas y cuerpos de seguridad de los estados cuando se enfrentan a manifestantes por todo el orbe. ¿No se han dado cuenta de que siempre hay muchos policías heridos? ¿No suena a escaqueo laboral? Bueno, y a mentira preventiva, porque a ver quién que sea acusado por todas las televisiones de ser un izquierdista o un radical antisistema se atreve a acudir a un ambulatorio a que le den un parte y después pasarse por una comisaría a denunciar los palos recibidos. Los que miramos la televisión, y sabiendo la depuración y censura de imágenes, lo que vemos es que hay más individuos de uniforme y ejerciendo bastante más violencia que el personal que anda manifestándose. Y es algo universal, aunque en algunos lugares parecen más quejicas. O con mejores asesores jurídicos.