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Bancos de alimentos en Euskal Herria

El trabajo voluntario da de comer a 60.000 personas

Cerca de 60.000 vascos se alimentan gracias al trabajo voluntario de los cinco bancos de alimentos que existen en Euskal Herria. Estas entidades, cuyos voluntarios repartieron el año pasado la nada desdeñable cantidad de 5.746 toneladas de productos, luchan por evitar el despilfarro en una sociedad donde crece el sector de la población que se encuentra en el umbral de la pobreza.

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Los bancos de alimentos de Araba, Lapurdi, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa Garaia tienen como fin primordial la lucha contra el despilfarro, a base de buscar, pedir y recuperar productos, que de otro modo se perderían, para donarlos gratuitamente a centros asistenciales e instituciones sociales, que tienen a su cargo personas necesitadas.

En Euskal Herria son alrededor de 60.000 ciudadanos los que se benefician de este trabajo voluntario, muchos de ellos pertenecen a los denominados «pobres vergonzantes», familias con hogar a las que la crisis económica les ha colocado en el umbral de la pobreza y que en muchas ocasiones ocultan su grave situación de penuria en su propio entorno social. En los núcleos urbanos importantes, cerca de nosotros, se está desarrollando lo que los sociólogos llaman el «cuarto mundo», que se ve incrementado por la llegada «imparable» de inmigrantes en búsqueda de una vida digna, algunos de los cuales en los primeros meses entre nosotros necesitan de la ayuda que les proporcionan estas entidades.

Son los bancos de Bizkaia y Nafarroa Garaia los que mayor número de alimentos han distribuido en su larga década de existencia. Más de 70 personas son las que trabajaron en 2006 en el Polígono Agustinos, junto a Mercairuña, para recibir, ordenar y clasificar los 1.944.669 kilos de productos que repartieron a 20.502 navarros. El presidente del Banco de Alimentos de Navarra (1996), Carlos Almagro, desgrana los grandes retos de su labor, especialmente a raíz de que les fuera encomendada la tarea de repartir los excedentes de la UE -en su caso 800 toneladas, en este ejercicio-, al margen de las 1.200 toneladas provenientes de sus principales abastecedores: la industria y las grandes empresas de distribución, pues el mercado central de abastos -Mercairuña- tan sólo supone el 25%, al contrario que en Bizkaia, donde Mercabilbao surte a diario al banco en un 55%.

Almagro, con cuatro años de experiencia al frente de la fundación, explica que la llegada de los excedentes de la UE les ha obligado a ampliar su superficie de almacenaje; a los 600 metros cuadrados de su sede ha habido que sumar otro pabellón próximo de otros 400 metros cuadrados. El año pasado, ellos, como el resto de los bancos de Hego Euskal Herria, sufrieron la «improvisación» del Gobierno español a la hora de repartir estas partidas, que ha traído asociada la contratación de personal -vía Inem- para afrontar las tareas administrativas y de distribución de las cargas.

Desde el Banco de Alimentos de Bizkaia (BAB), su presidente, Nicolás María Palacios, subraya que en 2006 distribuyeron 1.900 toneladas, de las que 600 eran excedentes. Los beneficiarios fueron 17.000 personas, la mayor parte acogidas en 206 instituciones, a ellos hay que sumar los 4.400 vizcainos que recibieron productos de la UE. «A precios medios de mercado, podemos valorar el importe de los alimentos repartidos en 5 millones de euros», apunta.

A diario, un grupo de voluntarios acude a Mercabilbao a las 7.00 horas para recoger los alimentos perecederos que les dan los asentadores del mercado central. «Se desperdician muchos alimentos. Para eso estamos nosotros, para que no suceda, aunque hay veces que no llegamos por el volumen», apunta Mitxel Lizarraga, de la junta del BAB.

Ahora, congelados

En este ejercicio, esta asociación, constituida en 1995, prevé distribuir 1.350 toneladas de productos recuperados por los canales habituales y otras 650 asignadas por la UE para atender a 20.00 vizcainos. En la gama de alimentos habituales se han introducido los congelados: verduras, precocinados y repostería. El BAB, gracias a las subvenciones del Ejecutico de Lakua, ha adquirido una furgoneta y una cámara frigorífica para ampliar el abanico de alimentos que reparten sus 50 voluntarios -entre los que se encuentra Luis Ortiz Alfau, de 92 años-, así como conservar las cajas de pescado que les donan.

Además, en el primer semestre, han llegado a la boca de los más necesitados 9.468 kilos de carne, procedentes en su mayor parte de la granja foral de Gorliz; 4.106 de pescado, parte provenientes de un acuerdo alcanzado con la Inspección Pesquera; y 12.943 de congelados. Leche y derivados lácteos, azúcar, arroz y derivados, así como pasta y galletas, han conformado el grueso de los nutrientes comunitarios aportados. En las próximas semana tendrá lugar una nueva campaña de reparto, tras la de marzo-abril, junio-julio y setiembre.

Desde Araba, tras ocho años de experiencia, se menciona que el reparto de los excedentes europeos -163,5 toneladas a sumar a otras 514- no ha sido fácil, ya que «por tratarse de Fondos Comunitarios, lleva unos trámites burocráticos de grandes exigencias a las que hemos tenido que adaptarnos y unos controles muy estrictos de recepciones y distribuciones de alimentos». Con su trabajo lograron en 2006 dar de comer a 2.000 alaveses a través de 27 instituciones benéficas desde sus instalaciones en un pabellón de Bek0larra, en Gasteiz.

Hace diez años comenzó su andadura el Banco de Alimentos de Gipuzkoa (BAG), con sede en el pabellón Lanbarren de Oiartzun, que tiene previsto distribuir este ejercicio algo más de 624 toneladas de productos provenientes, al igual que los de sus homólogos, de transferencias de otros bancos vascos y del Estado español, campaña de recogida en hipermercados, industrias y de la UE. Precisamente es por esta vía por donde recolectan más, 480 toneladas, seguido de las industrias con 126. Los beneficiarios serán 11.480 guipuzcoanos.

Las empresas donan productos no perecederos, por los que reciben de la entidad un certificado en el que se valora su aportación en euros, que es deducida en el impuesto de sociedades. «Habitualmente suelen ser productos alimenticios que la empresa, por fecha de caducidad, no puede comercializar y que nosotros sí tenemos capacidad para darles salida», explican desde el BAG.

Hace unos meses, responsables del organismo y de la Diputación guipuzcoana aseguraron que cualquier hipermercado del herrialde desecha anualmente entre 200 y 400 toneladas de alimentos en situación de ser consumidos porque su fecha de caducidad está próxima. Este desperdicio es ético y medioambiental. Gracias a un acuerdo suscrito se estableció un sistema de recogida de estos productos y su posterior distribución. «Es un claro ejemplo de sostenibilidad, ya que supone reducir la generación de residuos, evitar el despilfarro económico y dar respuesta a las necesidades de una buena parte de la sociedad», argumentaron los responsables forales.

Donde está próxima la campaña anual de recogida de alimentos es en Ipar Euskal Herria, donde el banco de Baiona la efectuará el 23 y 24 de noviembre. Gracias a la solidaridad ciudadana y otras aportaciones, este colectivo distribuyó el año pasado 600 toneladas de productos entre 3.000 personas, contando con la colaboración para esta tarea de las organizaciones locales de Cruz Roja, Emaus y otra veintena de entidades.

Ninguno de los cinco bancos aceptan dinero, al igual que alcohol. El único dinero que entra en las arcas, es el destinado al mantenimiento de su infraestructura.

Agustín GOIKOETXEA

El primer banco de alimentos se creó en Fenix (EEUU) en 1967 y la experiencia se trasladó a París en 1984

El primer banco de alimentos del mundo lo creó en 1967 un jubilado en Fenix, en el estado norteamericano de Arizona. John Van Hengel organizó a un grupo de voluntarios para la recogida de frutas y legumbres en supermercados para dar de comer a personas en paro y en situación de exclusión social. Más tarde, la iniciativa se propagó por EEUU, apoyada por el Gobierno.

La primera experiencia en Europa fue la del banco de París, constituido en 1984. Los bancos de alimentos son organizaciones sin ánimo de lucro basados en el voluntariado, y cuyo objetivo es la consecución y aprovechamiento de los alimentos excedentarios con intención de hacerlos llegar a los centros asistenciales y, a través de ellos, a las personas que los necesiten. Su actividad despierta el espíritu solidario y difunde los valores humanos y culturales necesarios para resolver la cruel contradicción entre los excedentes y la pobreza existente en la sociedad actual. A.G.

Cinco

bancos

de alimentos existen en Euskal Herria. Son los de Araba, Lapurdi, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa Garaia.

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