Siete personas murieron y otras 14 resultaron ayer heridas en un atentado suicida reivindicado por los talibán y dirigido, al parecer, contra el gobernador de la provincia de Nimroz, en el sudoeste de Afganistán .

Según las autoridades, casi en el mismo instante en que tuvo lugar este atentado, policías y militares evitaron en Kabul otro de las mismas características cuando detuvieron a un paquistaní que, bajo los efectos de alguna droga, se disponía a hacer estallar su carga al paso de un autobús que transportaba funcionarios encargados de formar soldados.

En Nimroz, el kamikaze falló en su objetivo, el gobernador Ghulam Dastageer, pero mató a seis de sus guardias de seguridad y a uno de sus hijos, de veinte años de edad. El atentado tuvo lugar en el exterior del edificio cuando el gobernador entraba en su oficina. Un alto responsable provincial afirmó que, «al parecer, él era el objetivo del atentado suicida».

Para el jefe de la Policía de la provincia, Mohammad Daud Askaryar, «el ataque tenía por objeto suscitar una atmósfera de miedo en nuestra provincia», fronteriza con Irán.

Disparos «indiscriminados»

Por otro lado, un informe interno de Naciones Unidas al que tuvo ayer acceso la agencia Associated Press, señala que miembros de seguridad de diputados afganos dispararon «deliberadamente e indiscriminadamente» contra la multitud después del atentado suicida del pasado 6 de noviembre y que los niños «se llevaron la peor parte en el violento ataque».

Indica que todavía no está claro el número de personas que fallecieron en el atentado y posterior tiroteo, ocurrido en Baghlan.