Cristina López Schlichting, en «La Razón», le ponía ayer las peras al cuarto a Rajoy desde la banda ultra de su propio partido a cuento de la manifestación convocada por la AVT y que el PP trata con cierto temor. Según la columnista ultra, «hay más motivos que nunca para manifestarse el sábado en Madrid con la Asociación de Víctimas del Terrorismo. Todo apunta a que el Gobierno sigue reuniéndose con ETA y desde el poder nadie mueve un dedo por la ilegalización de ANV, el partido que ampara a los partidarios del terrorismo en la política». Ya empieza el apocalipsis.

Y lo que le duele a la columnista es que «sin embargo en el Partido Popular hay dudas con relación a la convocatoria. Rajoy no quiere ir, seguramente porque escucha los cantos de sirena de quienes le aconsejan el `viraje al centro' que, elección tras elección, se ha convertido en viaje a la inanidad y ha garantizado el fracaso en las urnas de un PP descafeinado, y Esperanza Aguirre ha sometido su participación a la invitación de la AVT». A partir de ahí concluye que «es humillante ser víctima del terrorismo en España. Porque la adhesión o no a tu drama personal depende de la coyuntura política. Manda narices. El capítulo más macabro de este libro ha sido la empresa socialista de dividir, descalificar y restar protagonismo a las víctimas, bien insinuando que se dejaban arrastrar por su dolor hacia la ira, bien sometiéndolas al yugo de un comisario político». Lo de la politización de una parte de las víctimas, además de ser cierto, también es responsabilidad del PSOE.

Y termina en plan categórico el sermón a Rajoy: «Si convocan una manifestación, se va. Que no vayan los del PSOE es lógico, puesto que supeditan su cercanía o no a los terroristas a la conveniencia electoral -ayer mismo explicaba Jaime Mayor Oreja que necesitan a la banda-. Pero que el PP tenga dudas acerca de si asistir o no indica un sentido táctico de la realidad absolutamente artificial y alejado de los hechos. Abrirse al centro no es cuestión de maneras, es cosa de ideas atractivas que enganchen con las necesidades de una mayoría de españoles, y desde luego los españoles no están mayoritariamente de espaldas a las víctimas. Las cosas no pueden dejar de ser importantes o no en función de intenciones cosméticas o talantes puramente aparentes. Nadie puede creer que estar con los que han muerto o han perdido a los suyos pueda restar votos. Si así fuera, ETA habría ganado la batalla moral». Vaya, vaya...