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El uso y abuso de la prisión preventiva

El vecino de Ortzaize Joan Bidart fue detenido en el marco de la mediatizada redada dirigida por las jueces Laurence Le Vert y Marie-Antoinette Houyvet el pasado setiembre en diversas localidades de Nafarroa Behera y Lapurdi. Quince ciudadanos fueron arrestados en un operativo que trató de presentar en un «mismo paquete» a movimientos sociales, culturales y políticos que destacan, en sus distintos ámbitos, por desarrollar acciones de oposición a la política de negación que el Gobierno francés lleva a cabo de manera sistemática en Euskal Herria. Abogados de las cinco personas finalmente encarceladas remarcaron la falta de consistencia del dosier judicial, lo que no evitó que se optara por la prisión preventiva frente a opciones menos lesivas para unas personas que, no lo olvidemos, no están condenadas. Siguiendo con prácticas habituales pero excepcionales en un estado de derecho, a esos cinco presos preventivos los encarcelaron en prisiones parisinas, distantes en 900 kilómetros de Euskal Herria, para trasladarles luego a cárceles como la de Tulle, en la que Bidart era el único preso vasco. Desde el lunes está en un hospital, pero nada se le dijo a su familia hasta que ésta llamó ayer para solicitar la visita semanal. Al abuso de la prisión preventiva, a la dispersión y al aislamiento, se suma esa actitud de absoluta falta de humanidad.

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