Un poco más de magia desde la última fila
Iratxe FRESNEDA Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual
Quizá allí se sentaba Fernando Fernán Gómez, en la última fila, puede que por timidez, quién sabe. Ha muerto alguien que, como actor, era toda una inspiración. Como novelista, un ejemplo y como cineasta ostentaba una mirada singular. Él fue capaz de hacernos reir y llorar, y con él nos adentramos en la profundidad de algunos de los personajes que lo habitaron. Trabajó siempre, hasta hace bien poco, y su muerte, como la de todos nosotros, era de esperar. Y ha llegado.
Es curiosa la imagen que la televisión creó de él en los últimos años. Las cámaras, en ese «estar ahí y ahora» fragmentario captaron un momento de mala leche y dejaron para siempre grabado en nuestra memoria aquello de «¡A la mierda!».
Pero al margen de la anécdota que lo convertiría en un personaje más popular, si cabe, Fernando Fernán Gómezfue un artista que supo y quiso reconducir su carrera. De la mano del productor Elías Querejeta trazó un nuevo rumbo en el cine al que quería en cierto modo deberse. Y su paso fue de gigante. Aficionado a las tertulias de café, precisamente allí inició este nuevo caminar. En su libro «Desde la última fila» cuenta como «fue precisamente en el café donde me citó Elías Querejeta para ofrecerme interpretar un personaje en `Ana y los lobos' de Carlos Saura, una de las películas que con `El amor del capitán Brando', de Armiñán y `El espíritu de la colmena', de Erice propició un camino significativo en mi trabajo: pasé de ser un actor más o menos gracioso a ser un especialista del cine intelectual. Y al cabo de los años en ésas estamos». Y en eso estaba, o lo estuvo siempre. A pesar de los «¡A la mierda!», que lo hacían todavía más vulnerable y entrañable.
Su vocación fue doble: por una parte, la interpretación y por otra parte, la escritura. Todos le conocimos como actor, pero jamás dejó de escribir, poemas, narraciones breves y «Las bicicletas son para el verano». La obra, merecedora del premio Lope de Vega, marcó un antes y un después en su carrera y los lugares donde se representó estuvieron siempre abarrotados. Quizás algunos recordaron entonces, o años más tarde con su adaptación al cine, las razones por las que se alistaron en bandos equivocados: «Tú eras de la Juventud Católica para jugar al fútbol y al billar» le espetaba don Luis a Luis. Fernando Fernán Gómez puede que siguiera actuando durante el franquismo para seguir creciendo en rebeldía.