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«No hay interés en proteger nuestro patrimonio subacuático»

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Manu Izagirre | miembro de la sociedad de investigación submarina insub

Joseba VIVANCO | GASTEIZ

Aparejador de profesión, el agua es su verdadera pasión. Es un veterano buzo que se ha sumergido en aguas de algunas partes del planeta, como en la bahía canadiense de Red Bay, donde en los ochenta se pasó seis años viajando allá en busca de los pecios de balleneros vascos que reposan en el fondo de aquellas aguas. Participó hace dos en la redacción de la carta de arqueología subacuática vasca, en la que puso unas esperanzas que hoy, se queja, no se han cumplido.

La disciplina de la arqueología subacuática es bastante reciente. La propia Convención de la Unesco data de 2001. ¿Por qué resulta tan complicado velar por ese patrimonio?

Sólo hay que ver lo que pasa en el Estado español. Hay mucho problema porque al ser un medio acuático, la Marina tiene mucho que ver y entonces el lío ya está montado. No es que esto dependa de un departamento de Cultura, digamos, de una diputación o de un gobierno, sino que hay muchas competencias implicadas entre autonomías y el gobierno central. Así pasó lo que pasó con el buque cazatesoros Odyssey en Andalucía y seguirá pasando, pero como es el Gobierno central el que tiene la última palabra... Y ésta es una situación que se generaliza en todos los sitios.

En 2005, la asociación a la que pertenece, Insub, además de otra como es Kresala, junto ala Fundación Azti y Aranzadi, presentaron la primera carta arqueológica subacuática de la costa guipuzcoana y vizcaina. Sin embargo, aquel hecho no tuvo excesiva repercusión ni entonces ni con el paso del tiempo ha tenido tampoco mucha divulgación.

Es cierto. No tuvo apenas repercusión, porque fue una carta oficial hecha por el Gobierno vasco, pero que no tenía excesivos visos de funcionar.

¿Por qué lo dice?

Aquello surgió del acuerdo entre gentes o centros que trabajábamos en materia arqueológica y lo que hicimos fue constatar en aquella carta lo que conocíamos nosotros que había en los fondos de nuestra costa. Pero lo cierto es que no se organizó muy bien, ni siquiera los objetivos estaban muy claros. Ni siquiera la pregunta de ¿qué son restos, una pieza o un barco? Al final, de lo que se trataba era de recuperar en un documento los restos que se puedan conocer. Fíjate hasta qué punto se llevó aquello a cabo que yo soy parte de los que hicieron la carta y no sé lo que presentó el otro grupo sobre la costa vizcaina. Fíjate qué secretismo, no se nos dejaba por parte del Gobierno ver lo que presentaba el otro. Es decir, que fue una cosa muy cogida por los pelos. Si lo hubiésemos hecho entre diputaciones hubiese salido mucho mejor, porque todos hablamos el mismo idioma.

Entonces, ¿de qué sirvió aquella carta arqueológica?

Mira, en la ría de Orio se han sacado restos de tres barcos, pero eso no quiere decir que se hayan encontrado todos. Sin embargo, el Gobienro vasco no ha declarado eso zona de protección. Por eso quiero decir que las cosas que se hacen no sirven para nada. La ley recoge zonas que pueden ser de interés, zonas catalogadas como de presunción arqueológica, como en Orio, pero no se declara nada. ¿Por qué? Porque no hay interés, así de claro. Hay intereses en el Odyssey y esas cosas.

Pero un caso como el ocurrido con el Odyssey no hay riesgo de que aquí suceda...

No, no creo. Pero es que como la ley no te declara primero qué zonas hay que proteger, entonces no hay nada que proteger. Aunque saques un barco cumples la ley, como no sabes que era un resto arqueológico... La carta debería haber sido el primer paso para proteger esas zonas. Yo recuerdo que en la primera reunión ya lo advertí, pero ya empezaron a dar largas. No hay interés. Por ejemplo, la ría de Gernik... ¡Que me digas que a estas alturas no esté protegida arqueológicamente, manda narices! Está más protegido cualquier hierbajo, con todo el respeto para él. Cuando hablamos de doblones de oro, se le encienden los ojos a todos, pero la cosa no pasa de ahí.

¿Es nuestra costa rica en pecios?

Grandes hay muy pocos, los pecios de Orio que sacamos, el barco que sacamos en Gernika, pero piezas pequeñas como balas o anclas y otras hay infinidad. El más espectacular fue el que sacamos de Gernika y que está hoy expuesto en el Museo Marítimo de Bilbao. Era una bomba, un barco del siglo XV, el más viejo hallado en nuestra costa, y que lo van a trasladar al nuevo Museo Arqueológico. Eso sí es un hallazgo. Como los de Orio, del siglo XVI. Eso y los balleneros vascos de Canadá son lo más destacado. Y no hay mucho más, salvo algún resto en Iparralde, como un submarino de la Guerra Mundial, pero poco más...

Por cierto. Habla de los balleneros excavados en Canadá. Precisamente, uno de ellos, la nao San Juan fue declarada por la Unesco como símbolo de la defensa del patrimonio mundial sumergido.

¡Y eso no lo sabe casi nadie! Vamos, no sé ni si el Gobierno vasco lo sabe. Se le nombró porque el presidente de este organismo es canadiense y director de aquellas excavaciones que han sido ejemplares. Precisamente, estos días presentaban el infome de aquellas excavaciones. Me invitaron, pero no puedo acudir, y también invitaron a la Diputación, pero ni se ha preocupado. Tendrán otras cosas más importantes.

Una excavación en la que usted ha participado y no la única.

En Canadá estuve cinco años y luego hice varios viajes allí, porque habrá media docena de balleneros vascos localizados. También he participado en expediciones en la costa atlántica de Francia, en la zona del Meditarrenáno francés, en Catalunya en casi todas las excavaciones. Igualmente, hemos vuelto a estar por segundo año consecutivo en Cádiz excavando en los restos de la batalla de Trafalgar, y también este año en Líbano en un barco fenicio.

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