el cura rojo
«Vivaldi, un príncipe en Venecia»
Hay una consideración según la cual las biografías de personajes célebres se suelen medir en el cine por los medios invertidos en la producción, pero ese es un terreno en el que el cine europeo no puede competir con Hollywood, así que se ve obligado a buscar aspectos polémicos y actualizadores de los personajes ilustres a retratar. De acuerdo con la impresión superficial no faltarán quienes digan que «Vivaldi, un príncipe en Venecia» se aproxima por su presupuesto a la factura de un telefilm, aunque es toda una película a la hora de precisar el contexto histórico en el que vivió el músico. La ambientación recréa a la perfección la Venecia de principios del siglo XVIII, sobre todo desde el punto de vista del poder social que entonces ejercía la Iglesia. El francés Jean-Louis Guillermou parece haberse fijado en el tipo de crítica histórica que solía hacer el maestro del cine italiano Luigi Magni, especialmente en su película titulada «En nombre del Papa Rey».
El violinista Antonio Vivaldi vivió en sus propias carnes el conflicto entre lo religioso y lo profano, debido a que su forma de vida bohemia no estaba bien vista para alguien que como él había hecho los votos del sacerdocio. Fue el primer cura rojo, no por sus ideas políticas, sino por el color de su cabello en contraste con los hábitos oscuros que debía vestir. También estuvo enfrentado a la aristocracia veneciana, porque musicalmente representaba el stile nuovo. Discutido como compositor demasiado dependiente del éxito de «Las cuatro estaciones», sin embargo en su época era considerado el más grande virtuoso del violín, superando a su propio padre. Esta película incide en su faceta operística, un mundo en el que ejerció de empresario y amante de la soprano Anna Giraud. En la pantalla el duelo principal entre el músico y el obispo de Venecia lo representan el actor italiano Stefano Dionisi y el veterano Michel Serrault en uno de sus últimos papeles.