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Cuatro restaurantes vascos se estrenan en la Guía Michelín

La biblia de los establecimientos culinarios, la Guía Michelín, ha vuelto a dejar su buen regusto entre los restaurantes vascos, al sumar cuatro nuevas estrellas: El Molino de Udaitz, Azurmendi, Kursaal y Kokotxa.

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GARA | DONOSTIA

Los inspectores de la prestigiosa y a la vez controvertida Guía Gastronómica Michelín han vuelto a portarse bien con los restauradores vascos. «Es un reconocimiento y a la vez un empujón al restaurante, a la gente… a todos los que han apoyado este proyecto», respondía ayer David Yarnoz, el cocinero de El Molino de Urdaitz, de la localidad navarra del mismo nombre. «¡Hemos dado el primer paso!», se mostraba ambicioso Eneko Atxa, protagonista de la última generación de la vanguardia culinaria desde su restaurante Azurmendi, de Larrabetzu. «En todo el diccionario no podría encontrar un adjetivo que refleje lo que siento», resumía un emocionado Raúl Cabrera, cocinero del restaurante Kursaal donostiarra. «Todavía no lo hemos celebrado, aún lo estamos asimilando», se mostraba incrédulo Daniel López, restaurador de la cocina del Kokotxa de Donostia. Declaraciones que todos ellos hacían a Eitb24.com el día después de conocer esta guinda.
Ellos son las cuatro nuevas estrellas de este año, que se suman al selecto grupo de las tres que ostentan Arzak, Berasategi y el Akelarre de Pedro Subijana; los Zuberoa y Mugaritz, ambos con dos; y los igualmente guipuzcoanos Fagollaga, Alameda y Miramon, los tres con una. También los vizcainos Etxanobe (Bilbo) y Andra Mari (Galdakao) mantienen su estrella del pasado año, al igual que el Europa de Iruñea.

La cocina vasca, reforzada

La gastronomía vasca vuelve a salir fortalecida en una nueva edición de esta Guía Michelín que, en otros lugares, suscita múltiples controversias, sin ir más lejos, entre los restauradores españoles y franceses, que vuelven a quejarse de las «pocas» estrellas de sus manteles.
En el caso vasco, de los seis «tres estrellas» que ostenta el Estado español, la mitad les corresponden a los Arzak (el más antiguo), Besarategi y Subijana (el último en incorporarse a la elite el año pasado), y los otros tres son catalanes. Todos ellos abanderan, según Michelín, una «cocina excepcional» a la que «vale la pena ir, especialmente». El Estado francés, por ejemplo, cuenta con 26 establecimientoscon el más alto galardón, Alemania, con 9, y la cosmopiolita  Tokio, con 8.
Nada menos que 15 ediciones que abarcan 21 estados con un millón de lectores estimados que tiene en todo el mundo. Ésa es la Guía Gastronómica Michelín, que se guía a su vez por cinco compromisos: visita anónima, independencia, selección de los mejores establecimientos, actualización anual y homogeneidad a la hora de elegir.
Sus estrellas juzgan exclusivamente la calidad de la cocina. La decoración, la calidad de los manteles, el número de camareros o la calidad de los equipamientos no se tienen en cuenta a la hora de conceder estrellas. Y tampoco se exige ofrecer platos caros, quizá porque el inspector de Michelín paga íntegramente sus cuentas.

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