Raimundo Fitero
Misterios
La serie de la primera estatal “Desaparecida”se va enredando, parece atravesar una fase como dilatada, buscando alargarse hasta que Sofres diga lo contrario. Sigue siendo, no obstante, una buena serie, con muchas vacilaciones en el guión, pero con un buen tratamiento en el misterio, suspense o trama policíaca, y con un buen gusto en las actuaciones de la mayoría de los intérpretes que parecen estar perfectamente en sintonía con el ámbito estético en el que se mueve el conjunto. Sin duda, es la mejor noticia, el proponerse una serie fuera de las normativas más constringentes de la producción actual y buscar, con ambición, otros horizontes. Parece que la audiencia les corresponde con la respuesta suficiente para mantenerse en la parrilla.
Lo que parece algo fuera de toda explicación es que el programador coloque solapadas en las dos cadenas de TVE esta serie de producción propia y “Perdidos”, un fenómeno mundial que no tiene la respuesta adecuada. Confesando mi poca facilidad para dejarse cautivar por estos guiones, estos casos tan extraños, lo que no entiendo es el misterio de la respuesta de los telespectadores. Quizás si deben elegir sobre dos asuntos muy similares opten por el tercero en discordia, pero la verdad es que los habitantes de ese lugar no identificado, posiblemente una isla, van proponiendo unas tramas que parecen irse distribuyendo por las emociones más primarias, los realismos más fantásticos y las fantasías más inverosímiles, elementos que probablemente sean precisamente su mayor atracción.
Sin embargo, lo que destaca en estos días es el número de fallidos intentos con series de producción propia que pareciendo mantener todos los componentes para el éxito están pasando sin pena ni gloria, con una discreción que augura su desaparición de la parrilla, desaparecidos por prescripción popular. Lo de Cuatro es una pertinaz insistencia en el error. “Gominolas” y “Cuestión de sexo”, no dan la talla. Y aquí se descubre fácilmente el misterio. La soberbia de sus responsables en creer que todos responden como sus amiguetes. Y deberían darse cuenta de sus éxitos programáticos para no insistir en el fallo.