Las fuerzas especiales de seguridad de Filipinas desbarataron ayer el intento de golpe de Estado llevado a cabo por grupo de militares y políticos atrincherados en el lujoso hotel Península de Makati, distrito financiero de Manila. Apoyados por una treintena de personas en el exterior, los amotinados exigían la dimisión de la presidenta, Gloria Macapagal Arroyo, a la que acusan de corrupción, de haber robado la Presidencia en 2001 a Joseph Estraday, de haber manipulado las elecciones de 2004 y la formación de un Gobierno provisional encabezado por el actual presidente del Tribunal Supremo, Reinato Puno.

Tras siete horas de desafío, los militares golpistas, encabezados por el senador y ex oficial del Ejército Antonio Trillanes, y el general Danilo Lim, se rindieron a las tropas que irrumpieron en el hotel.

«Vamos a salir por la seguridad de todo el mundo», señaló Trillanes a los periodistas, después de que un vehículo blindado derribara la puerta principal y el humo de los gases lacrimógenos disparados por las fuerzas especiales comenzase a extenderse por el amplio vestí- bulo. Trillanes y Lim, que a primera hora de la mañana abandonaron la sala del tribunal donde estaban siendo juzgados por su implicación en el motín que tuvo lugar en 2003 para reunirse con los amotinados -entre quienes estaban algunos políticos y obispos-, salieron esposados del hotel Península.

Cerca de medio centenar de periodistas fueron detenidos mientras informaban de la asonada y trasladados al cuartel militar de Bagong Diwa, en Manila, para su identificación.

Después de poner fin al motín, el Gobierno impuso el toque de queda desde medianoche hasta las 5 de la mañana de hoy (hora local) en Manila y sus provincias circundantes.

Al mismo tiempo, puso a la Policía Nacional y a las Fuerzas Armadas en estado de máxima alerta con la finalidad de impedir movimientos inusuales de las tropas y ordenó reforzar la seguridad en torno a Palacio de Malacañang, residencia oficial de la presidenta.