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Maite SOROA

El TAV les preocupa

Ahora de lo que se trata es de deslegitimar el derecho a protestar y a batirlo todo para que, al final, la imposición adquiera apariencia legítima. Me refiero al Tren de Alta Velocidad. Ayer le tocó el turno a Kepa Aulestia en «El Correo Español». Según el ex líder de la extinta EE, «la convocatoria por parte de la plataforma denominada AHT-Gelditu de concentraciones ante las empresas que trabajan para el tren de alta velocidad constituye una muestra más de nuestra singularidad. Mientras que en el resto de España las movilizaciones son sobre todo en demanda de más y mejores infraestructuras -o en contra de la ministra de Fomento por lo que pudiera considerarse una arrogante ineficacia-, aquí la izquierda abertzale, el sindicalismo nacionalista y la versión vasca de quienes el pasado martes defendieron la reprobación de la citada ministra en el Congreso -Ezker Batua- se muestran convencidos de que ya nos vale con lo que tenemos». Comprueben con qué naturalidad se refiere al «resto de España».

Y ahora empieza a batirlo todo: «No solo eso, sino que vienen coincidiendo en una campaña que en parte está siendo alentada por ETA. La resistencia mostrada por determinados colectivos ciudadanos a ésta u otra obra pública es perfectamente legítima. Pero cuando la protesta es llevada a las puertas de las empresas constructoras, quien así procede asume la responsabilidad moral de concurrir en su esfuerzo con aquellos que vienen divulgando métodos de sabotaje contra el TAV». Y eso, ¿por qué?

Y para concluir, le da un toque a Ibarretxe y nos llama fascistas a quienes no queremos ese tren: «Pero quizá lo más extraño del caso es que la figura indiscutible del `Euskadi en marcha', el lehendakari Ibarretxe, haya consignado un proyecto tan ambicioso en el capítulo de varios, sin darle más importancia. Resulta chocante que él, que se pasa los días como tenaz publicista de la innovación, de la competitividad, de la inserción de Euskadi en la globalización, no encuentre un minuto para dedicarlo al proyecto del TAV, y advertir de que la imposición no está en su trazado, sino en el ánimo saboteador de una minoría que cree haber encontrado en el tren de alta velocidad el nutriente que precisaba para perpetuar su afán totalitario». Afán, Kepa, es el de los que pretenden forrarse con el TAV.

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