Tenía que suceder y el fin del embrujo de Zurbano llegó ayer en un partido de esos en el que al Baskonia no le quedó más remedio que rendirse a la evidencia de un rival que fue superior a él en todos los aspectos pese a la baja de cuatro de sus puntales. Si el CSKA había planteado alguna duda en la previa, su banquillo, comenzando desde el genio Messina y continuando en un elenco de secundarios que serían protagonistas en cualquier otro equipo, dieron un golpe de autoridad basándose en una defensa de libro y un acierto al alcance de muy pocos.

Para aquellos que puedan pensar que entrenar un equipo de esta envergadura es un juego de niños, Ettore Messina justificó todos y cada uno de los petrodólares que cobra con un planteamiento que desconectó el juego local. Pese a las limitaciones, el italiano supo frenar a un equipo que venía enrachado y en ataque dio el mando a sus jugadores más determinantes, Holden, Andersen y Langdon. Éstos le respondieron con un acierto excelso, aprovechando la labor percutora de Goree.

Messina, que se había puesto la piel de cordero antes de llegar, tiró de libreta y ahogó a un Baskonia que nunca pudo desplegar su contraataque, con constantes ayudas en defensa de las que Txus Vidorreta seguro tomó buena nota. Los rusos impusieron su ritmo pausino, sacando de quicio a Planinic, y de la mano de su acierto desde el perímetro, cinco triples en el primer cuarto y su superioridad en el rebote 4 contra 10, rompieron el partido desde el inicio, 13-25 al primer cuarto.

Spahija rotó a toda su plantilla en busca de respuestas, pero Messina encontró más recursos en sus inexpertos pero atléticos jóvenes. Como viene sucediendo alarmantemente en todos los partidos en los que se enfrenta agrandes transatlánticos, el Baskonia no tuvo respuesta y sólo encontraba el aro desde los múltiples tiros libres -8 anotaciones consecutivas llegaron desde aquí-. El acierto de Pablo Prigioni tanto desde el tiro libre como de 6,25, permitieron campear el temporal con nueve puntos de desventaja al descanso (35-44), pero no fue sino engordar para terminar muriendo.

Querer y no poder

Tocaba reacción y la piña Baskonista del descanso así lo anunciaba, pero el CSKA volvió a responder con un jarro de agua fría en forma de triples de Andersen y Trajan Langdon. Mientras el acierto y la disciplina servían a los rusos para cortar cualquier conato de reacción, a los locales sólo les quedó el consuelo de la rabia.

Sólo en el último cuarto pudo soltarse de la presión el Baskonia, aunque esto sólo le sirvió para maquillar una derrota que pudo ser mucho mayor.