Las buenas intenciones se dibujan con un lacito rojo en la solapa y una foto de promoción de una campaña para el uso del preservativo. Una foto en donde aparece el juez con perrita, junto a presentadores de televisión, es decir, un ramillete de famosos, estrellas mediáticas masculinas que recomiendan el condón «entre nosotros», o sea, la prevención del sida entre homosexuales. En las clases primeras de comunicación se explica lo que vale una imagen, el valor de lo que representa alguien conocido para la venta de un producto, y así lo vemos en algunos tramos de los anuncios televisivos en los que son personajes sobradamente conocidos quienes recomiendan o un cava o un fondo de pensiones. Pero en esa misma sesión se enseña lo contrario, lo que contamina, lo que puede restar alguien que es conocido por algo de manera muy pertinaz y que puede ser contraproducente para el mensaje final. Y el señor juez con ansias de notoriedad tiene unos considerandos y unas decisiones judiciales que con condón o sin condón, son bastante cuestionables en su calidad democrática y, desde luego, alejadas de cualquier contacto con el progreso.

Yo diría, incluso, que su vida profesional responde mejor a lo que representan esas personas que en una concentración silenciosa le gritan al concejal del ayuntamiento de Madrid, Pedro Cerolo, «asesino, maricón». Y cientos de veces repitiendo la monserga. Parece claro que los franquistas se están quitando la careta, que van ocupando la calle y que alguien tendrá que ir tomando nota, no sea que de tanto mirar al norte no se den cuenta del nido de víboras que tienen bajo sus propios pies.

Por cierto, el otro lunes, Horatio, del «C.S.I. Miami» se mostró descaradamente anticastrista, yo diría que con una implicación a favor de las tesis de los gusanos, que no habíamos visto tan a las claras en casi ninguna serie hace mucho tiempo. Deberemos tener cuidado con los mensajes subliminales, aunque en esta ocasión era obvio, directo, claro, nítido, como de campaña de los republicanos más reaccionarios e intervencionistas. Pongámonos el condón para no dejarnos contaminar por tantos mensajes reaccionarios que nos sueltan.