Entra en vigor la moratoria rusa sobre el Tratado FCE
Rusia dejó de aplicar a medianoche de ayer el Tratado sobre las Fuerzas Convencionales en Europa (FCE), un acuerdo herido de muerte que limitaba su despliegue desde el Atlántico a los Urales.
Ursula HYZY |
El presidente ruso, Vladimir Putin, firmó el pasado 13 de julio el decreto de suspensión del FCE como respuesta a la expansión militar de la OTAN hacia sus fronteras y, sobre todo, como reacción al proyecto de escudo antimisiles de EEUU en República Checa y en Polonia. La «moratoria» rusa entró en vigor a las 22:00 [hora de Euskal Herria] de ayer.
El Tratado FCE fue firmado en 1990 por los países de la OTAN y del Pacto de Varsovia, un año antes de la desaparición de la URSS.
El FCE fue objeto de revisión a instancias de Rusia en 1999 en Estambul para tener en cuenta la desaparición del bloque soviético y la entrada en la OTAN de países como Polonia y República Checa.
Los países de la OTAN se negaron, sin embargo, a ratificar la versión revisada. Arguyeron para ello el mantenimiento de tropas rusas en enclaves como Abjasia y Osetia del Sur, en Georgia; y en Transdniéster, en Moldavia.
Moscú insiste en que ha cumplido sus obligaciones y en que estas cuestiones no están ligadas al Tratado.
Pese a todo, el Gobierno ruso ha asegurado estos días que deja la puerta abierta a negociaciones para que los países aliados ratifiquen la versión revisada. «Estamos dispuestos al diálogo, incluso después del 12 de diciembre», declaró recientemente el director del Departamento de Cuestiones de Seguridad y Desarme del Ministerio ruso de Exteriores, Anatoli Antonov. «La moratoria no es un fin en sí mismo sino una llamada de atención a nuestro socios», añadió.
Necesario o muerto
Moscú reivindica poder desplegar más tropas en sus flancos norte y sur, concretamente en los distritos militares de Leningrado (San Petersburgo) y Cáucaso.
Pavel Zolotarev, director adjunto del Instituto EEUU-Canadá de la Academia de Ciencias de Rusia, insiste en que «este tratado es necesario y el objetivo de Rusia es forzar a Occidente para que ratifique rápidamente la versión revisada (...) Pero para ello habrá que modificarlo para eliminar las limitaciones sobre los flancos que ya no se corresponden con la realidad y afectan a los intereses de Rusia», asegura este experto en cuestiones militares y general en retiro.
«El Tratado está muerto», contrapone el también analista de defensa Pavel Felguenhauer. «Lo verdaderamente importante era el régimen de transparencia sobre todas las actividades militares», señala, en referencia a las inspecciones recíprocas.
Colaborador de la oposición liberal, Felguenhauer pone el acento en que los países occidentales perderán una importante fuente de información sobre las actividades militares rusas y juzga inevitable que Rusia desplace tropas a la frontera occidental (Leningrado) porque «es mucho más barato mantenerlas ahí que en Siberia (...) Será un mensaje fuerte a Occidente y Rusia tiene todas las de ganar», añade.
El Tratado sobre las Fuerzas Convencionales en Europa (FCE o CFE por sus siglas en inglés) es uno de los acuerdos clave en torno a la seguridad en el Viejo Continente tras la Guerra Fría.
Firmado el 19 de noviembre en París entre la OTAN y el Pacto de Varsovia, el objetivo inicial del tratado, que coincidía con el final del enfrentamiento Oeste-Este, era eliminar toda capacidad de una parte y de la otra de lanzar un ataque por sorpresa o de lanzar una acción ofensiva de gran envergadura.
El tratado reafirmaba el principio de que ninguna fuerza extranjera podría establecerse sobre el territorio de un estado firmante sin un acuerdo previo de consentimiento.
Establecía cinco categorías de armamento pesado en una zona que se extiende desde el Atlántico hasta los montes Urales, en el límite de la parte europea de Rusia. Su aplicación permitió la destrucción de más de 60.000 carros de combates, vehículos de transporte, piezas de artillería, aviones y helicópteros y los efectivos militares en este área pasaron de 5,7 a menos de 3 millones.
GARA