Un vetusto del periodismo hispano clamaba ayer en «La Razón» contra Zapatero y para ello se empleaba a fondo contra el independentismo vasco.

Decía Javier G. Ferrari que el mal ya está hecho, que «ya es igual. La más que posible ilegalización de ANV como broche final al camino iniciado por José Luis Rodríguez Zapatero tras el fracaso de su `proceso de paz' no dejaría de tener otro valor que el puramente simbólico. ANV no pinta nada en las generales» Echale guindas al pavo...

Y es que, según el vetusto opinador, «el mal ya está hecho desde el momento en que los cómplices intelectuales, y seguramente algo más, de ETA consiguieron regresar a los ayuntamientos de Euskadi para imponer la `ley del silencio' a los no nacionalistas». Otro que no ha pisado Euskal Herria en su vida.

Dice más el anticuado: «Su ilegalización antes de las generales no supondría más que un gesto de los muchos que, a toda prisa, los socialistas quieren hacer antes de las urnas de marzo para hacerse `perdonar' tanto dislate como se ha cometido en la que pasará a la historia como la legislatura en que se hizo añicos el espíritu de la Transición. Si Rodríguez Zapatero quiere ser creíble y que no le ocurra lo del martes pasado con la gélida y casi clandestina `concentración de la unidad', que retire, que anule, la resolución parlamentaria que le dio, en la práctica, `carta blanca' para negociar con los terroristas y su entorno». Ahí está el meollo del asunto. Lo otro es sólo rebozado.

Y es que, además, lo reconoce el columnista de «La Razón»: «esa y no otra es a día de hoy la `prueba del algodón' sobre las intenciones futuras si es él quien tiene la responsabilidad de formar nuevamente gobierno. Ilegalizar ANV para permitir más tarde que aparezcan con otras siglas `los mismos perros con distintos collares', a estas alturas del curso no es más que marketing electoral. Como lo fue la llamada urgente para montar una manifestación unitaria a la que él no fue. (...) De aquí a las elecciones, ZP, que no quier dejar de ser PZ, se va a tener que emplear a fondo (...)». De lo que se trata, en definitiva, es de que los problemas no se resuelvan.