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crónica | cambio climático

Kyoto cumple diez años en Bali sin poder avanzar

Lejos de poder celebrar un aniversario eufórico, la Conferencia de Bali sopló ayer las diez velas del Protocolo de Kyoto esperando que los ministros de Medio ambiente que intervendrán hoy puedan avanzar en la toma de decisiones para frenar el cambio climático.

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Anne CHAON Periodista AFP

Los cerca de 130 ministros y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, deberán acelerar el ritmo de los debates que comenzaron en esta isla indonesia el 3 de diciembre si quieren llegar, este viernes si es posible, a un acuerdo que fije los objetivos del futuro para luchar contra el efecto invernadero, así como el marco, el calendario y la nueva fecha límite que fijen las próximas negociaciones.

Colocándose delante de un gran pastel blanco con forma de atalaya, decorado con piraguas, palmeras y animales, el ministro japonés de Medio Ambiente, Ichiro Kamoshita, difundió el mensaje: el próximo acuerdo contra el efecto invernadero deberá ser global. Es decir, tendrá que integrar no sólo a EEUU, sino también a China, a punto de convertirse en el primer contaminador del planeta, antes de imaginar nuevos mecanismos.

Aunque desde la reciente adhesión de Australia, son 176 los estados que han suscrito el Protocolo de Kyoto, sólo se marcan objetivos para reducir las emisiones de gases que causan efecto invernaderos a 37 países industrializados de cara a 2012.

El reto mundial es reconducir estos compromisos -endureciéndolos- más allá de 2012 y reescribir a tiempo un texto ambicioso para responder urgentemente al calentamiento.

«Lo ideal sería haber terminado las negociaciones en 2009, pero, en cualquier caso, la conferencia deberá fijar una fecha-límite si no se quiere correr el riesgo de negociar eternamente», insistió el alto responsable del clima en la ONU, Yvo de Boer, secretario ejecutivo sobre el cambio climático.

Kyoto fija como objetivo global reducir en un 8% la emisión de gases de efecto invernadero para 2012. Es un objetivo que no se está cumpliendo, puesto que estas emisiones no cesan de crecer y se espera que lleguen a su punto máximo de aquí a diez o quince años. De este modo, se abre un escenario en el que de aquí a 2050 se deben fijar las bases para alcanzar un clima sostenible para finales de siglo.

De Boer destaca que el objetivo de Bali no es establecer nuevas cifras, pese a las alertas que lanzan los científicos. Así, destacan que sería deseable una reducción del 25% al 40% de los gases de efecto invernadero de aquí a 2020, como prevé el proyecto que se elaboró en unas conversaciones previas que tuvieron lugar en Viena en agosto.

«Este no es un objetivo al que llegar, sino una línea maestra que marca la dirección fijada por el panel del cambio climático», insiste De Boer.

Pero, en estos momentos, EEUU, Japón, Rusia, Canadá y Australia (que todavía está representada por los conservadores que perdieron las recientes elecciones) se oponen a cualquier compromiso que fije una cifra concreta, según reveló un delegado europeo.

Este frente del rechazo ha hecho que suenen todas las alarmas en los pasillos de la conferencia: «Los próximos días van a ser decisivos y no exentos de dificultades», alertó Stavros Dimas, comisario europeo de Medio Ambiente. «Pero no podemos dejar pasar esta ocasión histórica», añadió.

Para Hans Verolme, director de Clima de WWF, se trata de «agrandar« el Protocolo de Kyoto: «En 1997 constituía un paso enorme, pero, de hecho, no ha sido más que un paso de bebé. Hoy, hay que cambiar de registro: los ministros no pueden abandonar Bali sin un mandato ambicioso».

Árboles del Banco mundial

A todo esto, el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, anunció en Bali que pondrán en marcha un nuevo mecanismo financiero dirigido a «combatir la deforestación», considerada responsable del 20% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Siete países se han comprometido a donar fondos para plantar árboles: Alemania (59 millones de dólares), Gran Bretaña (30 millones), los Países Bajos (22 millones), Australia y Japón (diez millones), el Estado francés y Suiza (siete millones), Dinamarca y Finlandia (cinco millones).

 

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