La Comisión de Investigación del Senado de EEUU escuchó ayer a puerta cerrada al director de la CIA, Michael Hayden, después de que la pasada semana «The New York Times» revelara que la agencia de inteligencia había destruido vídeos que demostraban la práctica de la tortura en interrogatorios practicados a supuestos miembros de al-Qaeda.

El Ministerio de Justicia anunció el sábado que se había abierto una investigación preliminar sobre esta destrucción, justificada por Hayden con el argumento de que se debía garantizar la seguridad de los torturadores.

La apertura de esta investigación preliminar, en cualquier caso, no satisface ni a las asociaciones de defensa de los derechos humanos ni a los numerosos electos que han reclamado una investigación rigurosa que determine si la eliminación de estos vídeos constituye un delito de «obstrucción a la Justicia».

La Cámara de Representantes, por su parte, indicó el lunes que también tiene previsto impulsar una investigación en el seno de su comisión de Investigación. Ambas cámaras están controladas por el Partido Demócrata.

La CIA vuelve a estar en el ojo del huracán, ya que también se sospecha que sustrajo pruebas a la comisión de investigación del 11-S y a los tribunales encargados de investigar las quejas de presos de Guantánamo.

El jefe de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, se unió ayer a las voces que reclaman una mayor transparencia en la cuestión de los vídeos destruidos.

«Atenta contra nuestra autoridad moral y aumenta los riesgos de nuestros soldados si caen prisioneros. Pone en cuestión nuestra capacidad de llevar a cabo una guerra eficaz contra el terrorismo», señaló Reid en referencia a la cuestión de los vídeos.

Junto a ello, Reid reclamó que se dé a conocer la identidad del responsable de la destrucción de los vídeos, «que supone una obstrucción a la Justicia».