Joxe Iriarte «Bikila» Militante de Zutik y miembro de Elkarlana
TAV, no a la imposición
Las constantes alusiones a «actos coactivos y violentos» por parte de los portavoces institucionales tienen el objetivo de confundir las cosas y allanar el camino a la represión
Aunque sea en última instancia, la política es economía concentrada. En consecuencia, en unos casos separa aliados y en otros une enemigos declarados. Esto último es lo que está ocurriendo en torno a la llamada Y vasca. Empezando por el PP, pasando por el PNV y PSOE y terminado en EA, todos ellos van de la mano en la defensa del beneficio común. Incluso hay acuerdo entre los siempre enfrentados gobiernos de la CAV y CFN.
Otro tanto diríamos de determinados medios de comunicación que en absoluto simpatizan con el llamado nacionalismo vasco, ni con el Gobierno vasco, pero defienden fervientemente el considerado como el «más ambicioso e importante proyecto estratégico del Gobierno vasco».
Pero la labor de dichos medios de comunicación no se está limitando a la mera defensa del TAV. Son terriblemente beligerantes con el movimiento opositor a dicho proyecto, y los más intoxicadores.
Si en un principio la directriz imperante era el secretismo sobre la puesta en marcha del proyecto (para que las licitaciones y comienzo de obras se produjesen sin el más mínimo roce), y el silencio más absoluto sobre el movimiento opositor, con el tiempo han variado la táctica.
Al comprobar que las campañas y la constancia de AHT-Gelditu! Elkarlana, las denuncias de sindicatos como ELA, LAB, etc., los espacios de resistencia como el de Urbina, los pronunciamientos contrarios de 19 concejos alaveses, el éxito y posterior eco alcanzado por las diferentes consultas efectuadas en municipios directamente perjudicados demostraban que la oposición ni era marginal ni carecía de razones de peso, han empezado a diversificar y sofisticar los medios para la deslegitimación y posterior represión del movimiento contra el TAV.
Por un lado, están las campañas de propaganda (auténticos publirreportajes) a cargo del erario público, las entrevistas a cargos responsables en las cuales se miente descaradamente o se dicen sólo medias verdades y la sistemática confusión de la necesaria modernización de la red ferroviaria de carácter social (que conscientemente han dejado degradar) con el TAV (que es todo lo contrario). Todo ello, mientras se niegan al debate en torno al fenómeno de la movilidad y el llamado desarrollo sostenible.
Y, por otro, no vacilan en utilizar el libelo y la manipulación. Ya en plena tregua de ETA, mezclaron en un totum revolutum la legítima oposición de Batasuna al TAV y su participación en Elkarlana (al igual que la de otros grupos políticos, como Zutik y Aralar por ejemplo) con una futura intervención de ETA.
Tratan así de desviar el necesario debate sobre un proyecto ecológicamente insostenible y socialmente despilfarrador al para ellos tan rentable terreno de la oposición a ETA. Que ETA esté en contra del TAV es ya razón suficiente para estar a su favor. Una forma efectiva de poner firmes al personal y acallar las voces disidentes. Y, por supuesto, para prohibir las consultas populares
Tras la ruptura de la tregua y la realización de algunos sabotajes contra maquinarias efectuados por grupos autónomos (que aparecen en todos los conflictos donde impera la ausencia de debate y la imposición de los poderes fácticos), se vuelve a la carga con naturaleza de consigna. Aprovechan la detención de jóvenes acusados de participar en la «kale borroka», a los cuales, según fuentes policiales, se les han intervenido supuestos manuales de sabotaje, para anunciar que ETA «ha trasmitido ya a los distintos sectores de la izquierda abertzale que el TAV se encuentra entre sus objetivos prioritarios... si bien no comenzará a atentar de forma inminente, sino a crear el ambiente político y social que, a medio plazo, le permita atacar las obras».
Es decir, aviso a navegantes. El movimiento anti-TAV (de por sí variopinto y plural) está al servicio de ETA, o esta siendo utilizado por dicha organización.
Teniendo en cuenta que la doctrina Garzón parte de la tesis de que una persona puede ser de ETA sin saberlo ella misma (basta que la organización donde trabaje sea considerada parte del entramado ETA), no hace falta ser muy lince para darnos cuenta de la gravedad del asunto.
Las constantes alusiones a «actos coactivos y violentos» por parte de los portavoces institucionales (frente a un movimiento que tan sólo utiliza las armas de la crítica, las movilizaciones populares y las consultas a las poblaciones directamente afectadas) tienen el objetivo de confundir las cosas y allanar el camino a la represión. Es el cinismo de quienes, practicando la más pura imposición con apoyo de las fuerzas policiales, y las constantes amenazas contra los municipios que se atreven a organizar una consulta, achacan a sus opositores ejercer sus propias malas prácticas.
Es como si quisiesen que ETA interviniese. Hipótesis ésta que desde luego ningún colectivo implicado en la lucha contra el TAV desea.
Lo nuestro ha sido y es la crítica razonada al proyecto, la exigencia de debate, la movilización ciudadana lo más amplia posible, desobediencia civil pacífica y habilitación de modos de expresión de la opinión ciudadana como son las consultas populares. Y en ello seguimos.
Hoy inundaremos las calles de Arrasate con dos consignas bien claras: Inposiziorik ez! AHT gelditu!