Alvaro Reizabal Abogado
Cultura, deporte y presupuestos
Se habla mucho de la telebasura, pero no es para tanto. Hay también excelentes programas educativos en franjas de máxima audiencia en los que se aprende mucho y, por esa virtud de los audiovisuales, sin darse cuenta.
El otro día, viendo un concurso cultural me enteré de que a los habitantes de Bilbo se les llama bilbitanos, algo que yo no había llegado a saber ni viviendo siete años en el Botxo. La noble villa ha cambiado mucho. Hace poco leía que los bilbitanos reducen cada año el gasto en comida, ya que el incremento anual está muy por debajo del IPC. Pero en iluminación de Navidad van a dejarse la friolera de 800.000 euros, ocho veces más que Zaragoza, que no es moco de pavo. La primera vez que subió el petróleo, cuando la guerra del Golfo, hubo años en que no había apenas luces navideñas: había que ahorrar. Pero ahora que el barril de Brent está más caro que las angulas, se echa la casa por la ventana y a vivir, que son dos días.
En cualquier caso, siempre será Bilbo motivo de envidia para los giputxis, por su espléndida playa y, sobre todo, por esa filosofía que recientemente compendiaba el genial Francis Ford Coppola: «No tengo tiempo para pedir dinero. Me es más fácil ponerlo yo». Este tío, con ese megacerebro, merecería ser alcalde de Bilbo, al menos si renuncia Clemente, que al parecer ya no sirve para lo que servía en Serbia y le han dado la boleta. Y es que iba hasta allí en coche y es una tirada. Para cuando llegaba se habían acabado los entrenamientos, los partidos y hasta les habían eliminado. Posiblemente prefiera entrenar al Athletic, que es de primera, no como otros, segundones, que ahora leen cuentos chinos.
«Hay que abrir las ventanas para que entre aire fresco». La frase podría ser de Confucio, pero es la panacea del candidato Badiola para los males de la Real. Francamente ocurrente, sobre todo con estas temperaturas. Lo que ya es más complicado de entender es eso de que los chinos no quieren ganar dinero. Sólo salvar a la Real y que suba a primera. ¿Y qué les importa a los chinos donde esté la Real? ¿Están dispuestos a palmar pasta en tan noble afán? Siempre se ha dicho: que no te engañen como a un chino. Ahora el personal está mosca pensando que el que puede darles Piterman por liebre es el chino. Otros opinan que si alguien trae pasta, como si llega de Marte, que, a fin de cuentas, lo que importa son los presupuestos.
Y es verdad. Decíamos aquí hace algunas semanas que el PNV y el PSOE tendrían ya algún apañico para dar salida al sonoro asunto de la consulta que no es referéndum, ni en realidad auténtica consulta, sino que antes se intentará un acuerdo que bla, bla, bla... y desde entonces se aprueban los presupuestos mutuamente en franca camaradería, propia de una sociedad de gananciales. Al final una mano de cal para blanquear el caduco estatuto, la bolsa llena y a vivir cómodos en España, que es lo que les mola. Al tiempo.