Los ministros de Defensa de EEUU, de Gran Bretaña y de otros seis países con contingentes en el sur de Afganistán se reunieron ayer en una cumbre en Edimburgo (Escocia) con el objetivo oficial de elaborar una estrategia a largo plazo contra la creciente insurrección talibán.

Un alto responsable militar estadounidense negó que el objetivo sea lograr un incremento de las tropas en el país asiático, sino «discutir la redacción de un plan para los próximos tres a cinco años sobre las misiones de las tropas aliadas».

No obstante, reconoció que este plan «podría permitir a algunos países hacer más».

El propio jefe del Pentágono, Robert Gates, pidió concretamente un refuerzo del contingente alemán que, recordó, está destinado «en una región en la que la violencia no es muy importante y donde la necesidad de pasar al combate no es tan significativa como la que tenemos los que estamos desplegados en el sur y el este» del país. En esta línea, y presente junto a los ministros de Defensa de Canadá, Holanda, Dinamarca, Estonia y Rumanía, el responsable australiano, Joel Fitzgibbon aseguró que su país no hará un «esfuerzo suplementario» hasta que los europeos, con mención especial a alemanes y españoles,. no hagan un gesto.

Los surcoreanos se van

Corea del Sur cumplió ayer su parte del trato con los talibán a cambio de que estos liberaran a una veintena de misioneros capturados y retiró a su pequeño contingente del país.

El secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer, mostró su frustración por la falta de soldados. La ISAF, fuerza de la OTAN en Afganistán, suma hoy un contingente de 40.000 hombres a los que hay que sumar 10.000 estadounidenses.