«La privatización de iglesias es injusta y en contra de toda ética»

Después de su labor de concienciación sobre la importancia de conservar el carácter público del patrimonio de Nafarroa, la Plataforma ha pasado el relevo a los ayuntamientos para que defiendan estos bienes frente al afán privatizador de la Iglesia.

¿Qué opinión le merece la actitud de la Diócesis de Iruñea de inscribir a su nombre iglesias y ermitas de Nafarroa, y el modo en que lo ha hecho?

Este es un tema que afecta a todos los amantes de nuestros pueblos, con sus pequeños o grandes monumentos arquitectónicos. Un tema que ha tocado la  sensibilidad de nuestros pueblos, que ha sorprendido a todo el que se ha enterado, pero de una manera muy especial a las autoridades de cada lugar. En algunos ayuntamientos y concejos están tramitando peticiones de párrocos para arreglar el techo del templo cuando ya está escriturado en favor del Arzobispado. Voy a citar un caso: el párroco le dice al alcalde local si estaría dispuesto a colaborar en el arreglo del tejado. El alcalde,  conocedor por la prensa de la llamada de atención de la Plataforma, le pregunta: ¿Pero quién es el dueño de ese templo, el pueblo o el Arzobispado? ¿Cómo puedes pedir a los fondos públicos algo que es privado del Arzobispado, según las últimas escrituras? En ese mismo pueblo, no hace mucho tiempo vendieron la casa parroquial con su huerto y los vecinos se dieron cuenta cuando llegó el nuevo propietario. Esa casa había sido mantenida en auzolan. Los más ancianos del lugar no salían de su asombro al conocer al nuevo propietario. He conocido otros  casos parecidos, pero para muestra basta un botón. Este es un hecho clarificador. A mí me parece totalmente injusta la actitud de la Diócesis. Además, por el silencio con que se ha realizado, me parece alevosa y en contra de toda ética.

A su juicio, ¿de quién son propiedad estos templos?

Los pueblos los consideran como propios, tanto los creyentes como los que no lo son. Los que hemos nacido en pueblo y conocemos los municipio más pequeños, sabemos que siempre que han venido a casa los familiares lejanos se les enseñaba el ayuntamiento, la iglesia del pueblo, el frontón, la fuente... porque todo esto se consideraba como parte de lo suyo. Si nos trasladamos un poco más atrás en la historia a través de los archivos, la cosa es demasiado clara. Los templos los levantó en la Edad Media el pueblo a través de sus regidores. La torre del templo era el lugar de defensa frente a cualquier enemigo que les atacara. Las aspilleras que se conservan en sus muros no eran para echar bendiciones, sino flechas. La parte más alta de los templos más grandes hoy son campanarios, pero no siempre fue así. Si no, que se lo pregunten al llamado Rey Católico y al Cardenal Cisneros. ¿Por qué  allá por el año 1530 destruyeron las torres de todas las iglesias de Nafarroa? Hasta hace muy poco tiempo, en lugares pequeños el ayuntamiento o el concejo pagaba al sacristán. ¿Por qué razón? Porque era un empleado del ayuntamiento. Conocía todos los toques de aviso a la población. Había una dependencia muy grande por parte de los clérigos al ayuntamiento. El párroco lo nombraba el pueblo, y hasta el último beneficiado era nombrado por votación vecinal.

¿Por qué cree que es en Nafarroa donde más privatizaciones se está dando?

No sabría decirlo. Creo que en Gipuzkoa y Bizkaia no se está dando este fenómeno en las proporciones que se está dando en Navarra, pero eso no debe extrañar. Los obispos que han regido esas diócesis no se han destacado por el tono ultraconservador que ha caracterizado a  Fernando Sebastián. Y también puede influir el clero. Aquí, algunos párrocos más cecanos a sus pueblos presentaron su ressistencia, pero es fácil removerlos y lograrlo con el siguiente. Se está haciendo un sondeo para saber qué ha sucedido en otras autonomías del resto del Estado español.

¿Cuál cree que es la finalidad de esta privatización? ¿Es por afán lucrativo?

Las razones que se han dado desde el Arzobispado, al aparecer en respuesta al primer artículo llamando la atención de la privatización de iglesias, ermitas y casas parroquiales, es que  actúan «según la legislación vijente». Lo cual no quiere decir que sea legítimo. Las inscripciones se han hecho con el fin de dar «formalidad jurídica», según dicen. Es muy claro, lo hacen para poder vender, hipotecar, permutar... Por favor, pareciera que estamos en el siglo XVI, cuando casi sólo los clérigos sabían leer y escribir, para darnos esas explicaciones. En Tafalla saltó la alarma y ahora  para realizar un acto cultural ya tienen tarifa las parroquias de Santa María y San Pedro. En Tudela el Ayuntamiento ha comprado al Arzobispado un templo. Tambien argumenta que la Iglesia es dueña de esas fincas «desde tiempo inmemorial». Estos días he revisado algunos archivos y esa cantinela la usaban los clérigos en los siglos XV, XVI y XVII para exigir a gente bien pobre los diezmos de hasta las castañas, o de los diez corderos o cabritos que habían logrado de su pequeño rebaño, o un cántaro de vino de los diez que tenían para todo el invierno. ¿Cómo podrán resistir la cantidad de documentos que hay en todos los ayuntamientos y que en estos momentos felizmente se están desempolvando? Deberían preguntar al Arzobispado de Toledo sobre la sentencia condenatoria que recibieron, para asegurarse de que el artículo 206 de la Ley Hipotecaria goza de toda garantía constitucional.

Algunos ayuntamientos ya han comenzado a reclamar la devolución de sus bienes. ¿Cree que la Iglesia los devolverá?

No se ha empezado a reclamar, sino a tomar conciencia del expolio que se les ha hecho y se les está haciendo. Cada ayuntamiento tiene archivos en los que aparecen las grandes obras de la iglesia de su pueblo y quién las ha costeado.

Iñaki VIGOR