«Los afganos ven a los europeos igual que a los americanos»
Marc Herold es catedrático de Economía en la Universidad de New Hampshire, en EEUU, donde estudia la incidencia de la economía en las guerras. Desde hace diez años, sigue los diferentes sucesos que han sacudido Afganistán, y desde la invasión de 2001 ha impulsado el Memorial de las Víctimas Afganas, que registra los crímenes de la ocupación.
«Afganistán como un espacio vacío. El perfecto estado neocolonial del siglo XXI» es el título del nuevo libro del profesor Marc Herold, que ha sido editado por Akal.
En su libro habla de Afganistán como un espacio vacío, ¿qué significa?
El concepto de espacio vacío se fundamenta en una observación de la historia del país en relación a Occidente, donde te das cuenta que Afganistán no es demasiado importante, no hay recursos naturales y no hay mercado.
En el siglo XIX, dentro la confrontación entre el imperio zarista y el británico, Afganistán es un espacio vacío que separa ambos imperios. Y si avanzamos el reloj, entre 1900 y 1970 es un país donde no pasa nada interesante. En las décadas de los 70 y 80 nace el interés, pero no en sí mismo, sino en la posibilidad que ven los Estados Unidos de crear dificultades a la URSS. A su retirada, Afganistán desaparece de nuevo durante doce años. Hasta tal punto que mueren dos millones de personas a manos de los señores de la guerra y no pasa nada; los talibán toman el poder y -de acuerdo- es un régimen desagradable, pero se tolera. ¿Por qué? Porque Afganistán no es importante.
Cuando el 11 de septiembre pasa al primer plano internacional sólo es porque es una oportunidad de avanzar hacia Irak, que es el destino desde el primer momento.
Y en el futuro volverá a suceder. Cuando los EEUU se retiren -pues estoy seguro que lo harán- volverá a desaparecer de la escena internacional.
El dominio de este espacio tiene un coste humano y económico. ¿Cómo se justifica?
La Casa Blanca no quiere que exista al-Qaeda ni ningún otro peligro para los EEUU, pero al mínimo coste. Para hacer esto posible no se debe invertir nada en reconstrucción, el despliegue en soldados terrestres debe ser mínimo y hay que procurar que exista la mínima información posible. Y esto es exactamente lo que están haciendo.
¿No es paradójico que la falta de información sea una de las características de lo que usted llama un «conflicto mediático»?
En Afganistán hay una guerra real con militares y muertos, pero desde Estados Unidos es una guerra virtual, de la información, donde la propaganda no es una parte de la guerra, sino la guerra misma. Jean Baudrillard escribió en 1991: «La Guerra del Golfo no ha existido». Ahora se podría decir lo mismo.
Y esto se produce en la llamada «era de la información».
Es parte del triunfo de los EEUU. Se ha conseguido controlar el público americano, y el europeo, y es impresionante la capacidad desarrollada para monopolizar la información. Por ejemplo, sobre el trabajo de documentación que realizo desde 2001, en los Estados Unidos no se ha publicado nada. En Canadá o Europa ha sido una noticia importante, en Italia ocupó la portada del «Corriere della Sera», pero en EEUU nada.
Allí hay un solo discurso: «Nosotros hacemos una guerra sin muertos injustos», «hemos fabricado bombas que solo matan a los malos». ¡Un éxito! «Podemos hacer la guerra porque tenemos una tecnología tan sofisticada que no morirá ningún americano». Que en parte es cierto, los primeros meses de guerra no muere ninguno, los cadáveres los ponen los mercenarios que pagamos para combatir los talibán, pero los muertos afganos no cuentan.
Hoy está la Policía afgana, ¿cuántos muertos ha tenido en un año? ¡Mil! Y da igual. Han muerto dos españoles y ha sido un escándalo, pero de los mil policías nunca se habla.
Usted habla de victoria en la guerra de la información en Occidente, pero ¿se tiene la misma percepción del mundo árabo-islámico?
No, absolutamente. Allí tienen dos versiones que pueden comparar: la nuestra y la de al-Jazeera. Y hay elementos que no cuadran, como el apoyo incondicional a Israel, las bases americanas en Arabia Saudí o los cambios a gobiernos «correctos». Su percepción es totalmente diferente, la versión que se vende en EEUU no se puede vender en Egipto, Siria o Irán.
¿Cuál es el rol de Karzai?
Básicamente es «relaciones públicas». El Gobierno americano necesita mostrar que todo va bien, que las cosas funcionan, i Karzai vende esto. Karzai es una imagen que se vende, como si fuera Coca-Cola, pero sólo la compra público americano.
Aquí nos dan una imagen de división de tareas. Los estadounidenses asumen la parte militar y los europeos la reconstrucción. ¿Es esto así?
Esta división no es posible. Los afganos ven a los europeos como a los americanos, se han envuelto en la guerra con rapidez, y los afganos no encuentran ninguna diferencia. Es una ocupación militar compartida por igual, de la que los españoles forman parte con sus bases en Herat y Bagdís.
En Vietnam también había dos brazos, el combate militar y la actuación humanitaria, ambas realizadas por el Ejército americano. Pero esto no tiene nada de humanitario, es una parte más de la lucha contra la insurrección, tal y como está pasando hoy.
En este entramado de militares, información y reconstrucción entrelazados. ¿Cuál es el papel que juegan las ONGs en Afganistán?
Existen dos tipos, las humanitarias, como Oxfam, CARE o la italiana Emergency, que son verdaderas ONGs. Y después están las que cooperan con los militares y que, para las facciones que combaten la ocupación, son una operación casi militar, un enemigo más.
Los talibán son muy claros en este tema. Existe un caso del 2005 en Bagdís, donde los representantes de CARE recibieron una visita de la insurgencia que les dijo: «no tenemos ningún problema con vosotros mientras hagáis tareas humanitarias, pero si trabajáis en la reconstrucción de los españoles estáis perdidos». A mí me parece muy claro.
Al principio ha comentado que los americanos iban a retirarse. ¿Qué pasará entonces en Afganistán?
Es difícil hacer previsiones, mi bola de cristal está un poco rayada... pero a groso modo creo que los norteamericanos se retirarán antes de lo que parece, porque la presión es muy grande. En Alemania, Italia, la misma Inglaterra, el público ya se pregunta ¿qué es lo que hacemos allí? ¿Para qué esta campaña militar? Simplemente harán como en Vietnam, proclamarán la victoria y se irán. Y Karzai se irá con ellos. Sin los americanos no tiene ningún futuro.
Después empezará una negociación entre los afganos para crear una especie de Estado. Un ente muy descentralizado con regiones extremamente autónomas y con un poder central muy débil. Exactamente como era bajo el rey Zahir Shah antes de la invasión soviética, el cual tenía un poder básicamente simbólico.
Afganistán es totalmente diferente a la concepción de nación a la que estamos acostumbrados. El orden de fidelidad es la familia, el clan, la tribu, el grupo étnico y ya está. Sólo si existe una invasión extranjera se activa el quinto punto: la nación.
Entonces Afganistán como país únicamente existe si es invadido por extranjeros.
[Risas] Sí, exactamente. Por eso el poder regional debe ser respetado, el modelo occidental de poder central fuerte es inaplicable. El modelo francés, donde París es todo, no es válido.
¿Y los talibán?
Seguramente controlarán algunas regiones. Pero los nuevos talibán difícilmente serán como los antiguos, aprendieron cosas durante los meses de bombardeos en 2001. Como por ejemplo que si tienes un amigo, aun si eres afgano, aun si tu amigo es muy importante, tienes que ir con cuidado.
¿Existirá al-Qaeda en la zona pastún? -que se encuentra más en Pakistán que en Afganistán- Sí, existirá al-Qaeda y otros grupos similares. Allí continuarán.
Usted milita en el campo antiguerra en EEUU, ¿cómo ve la salud de este movimiento actualmente?
Tiene una serie de limitaciones importantes, sobre todo en el discurso. Por ejemplo, el movimiento antiguerra de Vietnam se basó en los muertos norte-americanos; cuando las tropas volvieron el movimiento desapareció. Esta limitación del mensaje hipotecaba el movimiento. El otro extremo son los jóvenes con un análisis complejo del antiimperialismo, que comprenden su funcionamiento, pero que su mensaje no interesa fuera de círculos muy politizados.
Esto nos ha llevado a la situación actual, en la que la guerra en Afganistán no tiene oposición, porque no hemos podido crear un movimiento fuerte que perdure en el tiempo.
Y usted reconstruye un nuevo discurso.
Me di cuenta que la vulnerabilidad del discurso proguerra se encontraba en las muertes civiles, y aquí me concentré. Me puse a demostrar que nuestras bombas no solo matan a los malos, sino también a niños, a mujeres y a gente inocente que su único crimen fue pasar por allí. Y desmonté su retórica. Es una brecha en el imperio y yo la exploto. Es lo que hago desde la primera bomba en el Memorial de las Víctimas Afganas.
Joan CANELA i BARRULL
«Cuando EEUU se retire de Afganistán, que estoy seguro de que lo hará, volverá a desaparecer de la escena internacional»
«Hamid Karzai es una imagen que se vende, como si se tratase de Coca-Cola, pero únicamente la compra el público americano»
«El orden de fidelidad es la familia, el clan, la tribu, el grupo étnico. Sólo si hay invasión extranjera se apela a la nación»
«Las ONGs que cooperan con los militares son como si fueran militares para los grupos que combaten la ocupación extranjera»
¿Qué papel desempeña el opio actualmente en el conflicto afgano?
Este es un tema muy complejo y con una larga historia que se remonta al siglo XVII. El opio es una oportunidad de supervivencia para la gente más pobre. Su planta no precisa demasiada agua y allí la geografía es muy seca, es fácil de cultivar y da beneficios porque nosotros lo pagamos a precio de oro.
Yo soy economista, y cultivar opio es exactamente lo que un economista aconsejaría. Sus cultivadores son un ejemplo de éxito capitalista.
A otro nivel, el opio genera unos intereses compartidos, pues necesita muchas complicidades, lo que lo convierte en una especie de cola social.
Cuando se habla de sustituir por arroz o azafrán, siempre pienso que es absurdo. No es serio pensar que alguien va a sustituir un producto rentable por otro que lo es menos.
¿Y la acusación de que los talibán se financian a través del opio?
Es una afirmación muy extendida pero que nadie ha demostrado. Es la típica leyenda creada a partir que alguien -nunca sé quién- lo dice, otro lo repite y después otro, y se genera una bola de nieve que va creciendo. De pronto todo el mundo está convencido. No es una verdad empírica pero parece que tampoco lo necesita.
Pero los talibán logran financiarse para llevar a cabo sus actividades.
Es una resistencia que no cuesta mucho dinero, y los talibán tienen buenos amigos con mucho dinero en Pakistán, Arabia Saudí o los Emiratos Árabes Unidos. No necesitan el opio.
Sus armas principales son la minas -que fabrican con los explosivos dispersos por todo el país tras 25 años de guerra continuas- y las bombas suicidas, que en Afganistán tampoco tienen un costo demasiado elevado.