Chourraut trabaja para ocupar la plaza olímpica que consiguió en Iguazú
Maialen Chourraut aspira a deslizarse con su kayak en el Parque Olímpico de Shunyi, la instalación de Beijing que en agosto albergará la competición de piragüismo. La palista de Lasarte todavía tendrá que demostrar mejor nivel que sus rivales para ocupar la única plaza disponible.
Miren SÁENZ
Maialen Chourraut tendrá que seguir trabajando duro para cumplir el sueño de la mayoría de los deportistas, acudir a unos Juegos Olímpicos. A sus 24 años, esta lasartearra que lleva justo la mitad de su vida metida en una piragua, consiguió en los Campeonatos del Mundo disputados en setiembre en Brasil la plaza que permitirá a una sola palista del Estado español competir en el eslalon de aguas bravas en Beijing'2008. El billete no es nominal, por lo que la vasca deberá demostrar ser la mejor en las pruebas de selección programadas en Seu D'Urgell, posteriormente en una cita internacional en Eslovaquia y en el Europeo de Cracovia. Se valorarán los mejores resultados en dos de las tres y Chourraut lo acepta con deportividad: «Lo lógico es llevar a la mejor. Además, los Juegos son importantes pero no es lo único. Hay Mundiales casi todos los años, salvo los años olímpicos».
Por si acaso, ya ha tenido contacto con el escenario donde se repartirán las medallas más deseadas del verano. «Es duro. Tiene mucho desnivel y hay que estar muy preparada para competir bien allí. Técnicamente es muy exigente y al mismo tiempo hay que estar fuerte. Ya lo hemos visto y en abril habrá de nuevo entrenamientos oficiales y también se irá. Habrá tiempo de conocerlo».
En la línea de otras palistas vascas, la más reconocida Izaskun Aranburu que practicaba piragüismo en pista, Chourraut también empezó con el típico cursillo de verano a los 12 años que terminó condicionando su futuro y enrolándole en el Atlético San Sebastián. «Es mi club y ahí espero seguir toda mi vida porque me gusta mucho el ambiente, la gente y el entorno», aclara.
Xabier Etxaniz, María Eizmendi, Cristina Martínez o Jon Erguin lograron desde el mismo club cumplir su sueño olímpico. Así que Maialen pretende seguir sus pasos. El precio es alto, aproximadamente diez meses fuera de casa -calcula una semana al mes para ver a la familia y los amigos-, buscando lugares para prepararse como Seu D'Urgell, en el Pirineo catalán, -este mes han llegado a entrenar con 7 grados bajo cero, manos mojadas pese a los guantes de neopreno- o concentraciones por el mundo, Italia, Holanda, Australia, Atenas... en una vida que le gusta por los viajes y por practicar deporte, una pasión que cultiva desde pequeña cuando jugaba a fútbol y a pelota y los cambió por una especialidad consistente en «navegar en un río de aguas bravas, sobre una trayectoria marcada por unos palos. Ante el obstáculo del río, sus corrientes, sus rocas, los palos de las puertas -si son verdes hacia abajo y si son rojas hacia arriba- tenemos que adaptarnos lo máximo posible para ser más rápidos y eficaces». Tanto como las centroeuropeas -eslovacas y alemanas sobre todo-, las auténticas dominadoras de una disciplina que está viendo como las checas, inglesas, y francesas van para arriba en este deporte minoritario y vistoso que requiere técnica, habilidad, equilibrio, fuerza física y mental bajo el casco y el chaleco.
El caimán y el delfín
Premiada por la Federación Española como la mejor de 2007, le ha venido bien el reconocimiento porque asegura haber tenido un año duro: «Me ha costado afrontar las competiciones, no me salían las cosas como yo quería aunque luego tuve mi merecido premio en el Mundial cuando conseguí la plaza olímpica». Allí, cerca de las famosas cataratas de Iguazú, en el Canal de Itaupú su decimocuarto puesto le supo a gloria por las circunstancias adversas: la rotura de la embarcación cuando le tocaba empezar y el consecuente retraso de su salida en diez minutos. Casi tanto como cuando se proclamó subcampeona europea sub'23 en 2004. Poco después llegaron las lesiones que le costaron un 2005 en blanco tras ser operada de los dos hombros.
Diplomada en empresariales por la EHU-UPV, aprovecha los ratos libres que le dejan siete días de entrenamiento a la semana, algunos con doble sesión diaria, para concluir la licenciatura con la UNED. Chaurraut pretende seguir remando en las aguas bravas del planeta para encontrarse de vez en cuando un caimán como en Iguazú o un delfín como en La Concha. «Paquito era espectacular en los días que le daba por saltar. No hace falta ir muy lejos para encontrar algo que impresione. Él estaba en casa», concluye.
«Nos hace falta un canal de aguas bravas para que estemos más tiempo en casa y más chavales puedan entrenar bien, porque el nivel mundial va subiendo y sin un buen sitio para entrenar no habrá más plazas olímpicas para Gipuzkoa», sentencia Maialen Chourraut sobre la falta de instalaciones que afectan al herrialde vasco que más destaca en este deporte. «El piragüismo lo practicamos en Gipuzkoa y en Lérida, y eso que aquí no tenemos condiciones pero sí gente», recuerda y menciona a colegas de aguas bravas y tranquilas como Erguin, Elosegi, Irati Goikoetxea o Jone Otaño. «Hay que espabilar. Si no hacen un canal donde se pueda trabajar en condiciones se van a perder oportunidades».
Ella, cuando vuelve a casa, entrena en La Concha o en un tramo del Bidasoa, «un río que tiene un poco de corriente y poco que ver con las aguas bravas. No se asemeja a la realidad de la competición», concluye.