Raimundo Fitero
A voces
Los turrones y los mazapanes tienen poderes sobrenaturales. La otra noche, sin ir más lejos, se escuchaban voces estruendosas, coreadas de forma armónica y al cabo de unos minutos de incertidumbre descifré el mensaje central: «¿por qué no te callas?». Eran voces populares, pero muy bien afinadas, y por la hora que sucedía este fenómeno algo debía estar sucediendo para que se escuchara esta imprecación tan fuerte y claro. ¿A quién le estaría diciendo la gente que se callara? Yo no creo que fuera a un guiñol que sale por la televisión desde que murió Franco. No, debía ser otra cosa. Mi ritual: vino caliente, un polvorón y de nuevo el pueblo expresándose a voces, con la misma frase. ¿Quién debe callarse? Yo estoy mudo, solamente toco una zapatilla de goma con un pito estridente para comunicarme sin énfasis ni retóricas, que es mi acto solidario con mi entorno a través de los payasos, los únicos a los que no mandaría callar nunca.
La verdad es que si por una razón metodológica, una costumbre, una paranoia o un defecto de fabricación, uno se pasa las horas previas a la cena de nochebuena viendo las ofertas de los canales de televisión, no me extraña que la frase resuene con tanta constancia. ¿Por qué no se callan los obispos, los reyes, los presidentes autonómicos, las ministras, los concejales, los tertulianos y dejan hablar a las vacas, y los burros? Empalagan más que la compota de mi prima Inés.
Aunque rebuscando en el baúl de los recuerdos televisivos, intentando detectar las intenciones del programador y de quienes lo nombran y lo mantienen, nos quedamos con el manifiesto absolutamente retro de TVE: nos colocaron un especial de «Mira quién baila», y un especial de Raphael. Que, por cierto, me pareció bastante más moderno y cercano a este tiempo estético en su vestuario el cantante jienense que la presentadora elorriotarra, cada vez más momificada en una estética del pretérito pluscuamperfecto, una especie de icono navideño perpétuo que acabará incorporándose a «Cuéntame cómo pasó», ese espacio de tiempo televisivo suspendido y muy irreal, (perdón, ¿es constitucional escribir irreal?). A voces o a coces.