Poco faltó durante la pasada pretemporada para que Joseba Garmendia, al igual que finalmente sucedió con Javi Casas, se quedase sin ficha. De hecho, tan sólo el frustrado fichaje de Santi Ezquerro permitió al basauritarra quedarse con el dorsal número ocho de la primera plantilla rojiblanca.

Dejar sin posibilidad de competir a uno de los futbolistas de Lezama de los que más se ha hablado en los últimos años hubiera supuesto el reconocimiento explícito de un fracaso. No del jugador, sino de la actuación de los últimos años en la factoría rojiblanca. Además, no tendría tampoco razón de ser, ya que Garmendia fue uno de los jugadores que pudo salvarse de la quema en la durísima campaña 2006-2007.

Fue un verano complicado. Primero un problema de rodilla le apartó del trabajo de un grupo en el que Joaquín Caparrós no veía hueco para él. Así, tan sólo pudo disputar una veintena de minutos -anotando un gol- en el amistoso que los rojiblancos jugaron en Tarragona.

El jugador relata así lo vivido en pretemporada: «No sé si el míster vendría ya con esa idea y con que con un número de jugadores determinados ya le bastaba. A mí me comunicó que posiblemente me vendría bien salir cedido, eso es algo ante lo que poco puedo hacer. Empecé lesionado la pretemporada debido a un problema de rodilla y para cuando jugué e hice un gol en Tarragona ya me había dicho lo que había».

Transcurridos cuatro meses de competición liguera, el mediapunta vizcaino apenas ha podido jugar quince minutos. Lo hizo hace dos semanas en la gran victoria rojiblanca en Mestalla. No obstante, su participación no tuvo continuidad, ya que se quedó fuera de la convocatoria ante el Real Madrid.

Por ello, reconoce que «no se hace fácil ver que van pasando las semanas y que no juegas. Yo me quedé esperando una oportunidad para poder demostrar mi valía, he jugado quince minutos en Mestalla, pero parece que es algo más anecdótico que otra cosa. No me vuelvo loco, pero las cosas no van como yo esperaba. Aunque parezca imposible que vayas a entrar en la lista siempre te queda un ápice de esperanza, pero después de entrar en Valencia me he vuelto a caer. Sigo trabajando cada día para que me llegue la oportunidad y, sino, seguiré luchando».

En enero se volverá abrir el mercado. Una coyuntura que podría propiciar su salida del club en calidad de cedido. De momento, el basauritarra apunta que «no me he metido de lleno en eso, hasta el cierre hay tiempo de sobra, pero sí que es evidente que no estoy contando para el entrenador».

No sería el primer caso de jugador que tiene que salir para retornar por la puerta grande. «En el primer equipo hay ejemplos claros de gente que ha salido y ahora son prácticamente indiscutibles. Es verdad que el hecho de pensar en romper mi sueño de completar mi carrera deportiva en el Athletic es algo que me hiere bastante, pero hipotecar mi trayectoria por un sentimiento puede no ser lo más beneficioso», destaca.

Joseba Garmendia es uno de los jugadores más identificados con el Athletic: «Yo he nacido, me he criado y rodeado de gente que me ha enseñado a defender, disfrutar y sufrir por él. Es algo que siento y no pretendo engañar a nadie».

En Lezama desde los 11 años

Cabe recordar que entró con apenas 11 años en Lezama, formando parte de la generación del 85, integrada también por Amorebieta, Llorente o Andoitz Galdos. Sin embargo, tras una única temporada y con menos de 23 años, la trituradora de Lezama y la inmediatez pueden volver a dejar un buen proyecto en el camino.

«Creo que es algo que viene pasando desde hace mucho tiempo, se habla y se pondera mucho al jugador de casa que va completando todas las etapas, todos están deseosos de que llegue al primer equipo, pero cuando llega el momento de la verdad parece que todo el mundo se vuelve muy impaciente. Te piden resultados inmediatos, cosa que es normal sabiendo como está el fútbol actual, pero conociendo que esto va a ser lo que nos va a dar de comer a nosotros en el futuro vendría mejor ser un poco más pacientes».

Un nuevo caso de una factoria viable pero en constante debate y que parece haber adquirido el papel de un errado Saturno que devora a sus hijos para después, cuando explotan en todo su esplendor, recuperarlos con loas y sacas de dinero. Errores ajenos que retrasan los sueños de quienes adoran un modelo, el del Athletic, el de siempre.