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Maite SOROA

Crónicas alucinadas del Antiguo

Hay que leer las crónicas que escriben algunos a la vuelta de un paseo por Euskal Herria para entender lo que pasa por las cabezas de quienes las leen.

Juan Morote firmaba en «Libertad Digital» una crónica alucinada de lo que, asegura, vio la tarde de Nochebuena en la calle Matia del Antiguo, junto a Donostia: «Llegué a San Sebastián el pasado domingo y me llamó la atención que se habían reducido considerablemente las fotos de etarras en los balcones de los alrededores de la calle Matía, una calle bullanguera (...) del Antiguo. Esto siempre alegra al visitante de buena voluntad». Iría mirando a las musarañas.

Morote, un tío que se informa sobre los lugares que va a visitar lo contaba así: «Había leído en la prensa que la cabalgata de los Reyes Magos iba a ser sustituida por la cabalgata, o lo que fuere, en honor del Olentxero (sic), un personaje caracterizado por una cara ancha, sonrisa abierta, mofletes sonrosados, de complexión ligeramente gruesa, barba hirsuta, boina calada y vestimenta oscura. Reza la tradición que baja de la montaña el día de Navidad con regalos para los niños; diríase que es la versión euskalduna de Papa Noel». Nada que objetar. Pero ahora viene lo bueno: «(...) oigo acercarse por el centro de la calzada una fanfarria cadenciosamente triste (...): un grupo de gente vestida toda de negro, con blusones típicos de las labores del campo, llevan en un anda al Olentxero. A su alrededor se arremolinan unos cuantos niños, pero los viandantes bajan la vista y callan. Cuando me fijo descubro que los niños, y los mayores que los acompañan, portan una especie de estandartes, al menos una treintena, con las fotos de los etarras encarcelados, convirtiendo la fiesta en una macabra procesión de la Santa Compaña, versión euskalduna, claro».

Y se le atragantaron los tío pepes del mediodía. Según su reflexión alucinada: «Lo que no se pregunta nadie es si las sacas de odio que llevaban aquellos que trasportaban al Olentxero contenían el explosivo que se utilizó horas más tarde en el atentado contra la sede del PSE-PSOE de Balmaseda. La procesión (...) se va alejando agitando las fotos que otrora colgaban de los balcones, con su tañido lúgubre, dejando un aroma de hiel en la Nochebuena de la calle Matía». La próxima vez que venga, que avise. Se lo explicaremos todo.

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