Soberanía deportiva frente a la posibilidad de gestionar
Manex ALTUNA
A pesar de que una amplia representación de deportistas vascos ha mostrado en repetidas ocasiones su deseo de participar en competiciones internacionales defendiendo los colores de la selección de Euskal Herria, o que la sociedad vasca se ha pronunciado de esa manera en encuestas y respaldando iniciativas en ese sentido, en el ámbito deportivo se niega a los deportistas la posibilidad de elegir al pueblo con el que se identifican, al igual que ocurre con el resto de derechos que asisten a Euskal Herria y a sus ciudadanos.
La partición del país en distintas administraciones es una dificultad añadida para avanzar en ese camino, sobre todo, cuando desde las instituciones de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, que se llenan la boca hablando de oficialidad, no se atreven o no les interesa dar pasos efectivos y se conforman con la actual situación.
Las federaciones y las instituciones deberían de hacerse eco de las peticiones de sus deportistas y de sus ciudadanos para darles cauce y denunciar los obstáculos que se encuentren en el camino. Si los estados español y francés, con sus respectivas federaciones a la cabeza, imposibilitan la entrada en las federaciones internacionales y no son capaces de respetar las legítimas reclamaciones, habrá que dejar en evidencia su falta de talante democrático. El problema está en la postura que adoptan desde los estados español y francés y no en la de los agentes vascos que reclaman avances.
La actitud del director de Deportes de Lakua, José Ramón Garai, en una entrevista publicada ayer en «Berria», también es significativa. En vez de hablar de las actuaciones que se deberían de realizar para conseguir la oficialidad y dejar claro dónde están las dificultades, dedica la mayoría del espacio que le ofrece el periódico a criticar a ESAIT y, según sus palabras, «a los cuatro o cinco jugadores» que reclamaron el cambio de nombre de la selección. Sus manifestaciones demuestran que tan sólo les interesa seguir gestionando su trozo del pastel, no la soberanía deportiva.
Por ello, a los ciudadanos no nos queda otra que reivindicar la oficialidad de las selecciones vascas en el día a día y desenmascarar a los que se conforman con esta situación. Para los que comparten el análisis y dicen estar dispuestos a trabajar por la oficialidad son tiempos de concreciones. Lo demás son excusas para no entrar al debate y reconocer las responsabilidades de cada uno. Los que no estamos dispuestos a esperar para poder competir a nivel internacional, porque hoy en día existen posibilidades legales para alcanzar ese objetivo, tenemos una cita este sábado en Bilbo. La manifestación es una oportunidad de demostrar el respaldo popular con el que cuentan las selecciones vascas e impulsar de sus poltronas a los que no quieren moverse.