LA JORNADA Editorial 2007/12/28
Pakistán: contexto del magnicidio
(...) La muerte de la ex premier paquistaní ha acabado por hundir a esa nación centroasiática en un caótico contexto de crispación social, que agrava la crisis política y de gobernabilidad que enfrenta el régimen de Pervez Musharraf (...).
(...)Por cierto, el hecho de que el atentado contra Bhutto se haya llevado a cabo en una localidad percibida por la población como segura y con una fuerte presencia militar sólo pone de manifiesto la inoperancia de un gobierno de mano dura, como se ha presentado el de Musharraf.
Por otra parte, no es casual ni gratuita la consternación de Estados Unidos por el asesinato de Benazir Bhutto. Cabe recordar que Musharraf concentra todos los elementos para ser incluido en el eje del mal de Washington (es un militar golpista y violador sistemático de los derechos humanos, que ha apoyado y financiado a grupos terroristas y ha desarrollado armas de destrucción masiva). La apuesta por un gobierno de coalición entre Musharraf y Bhutto representaba acaso la última alternativa de Washington para legitimar el gobierno de su protegido y mantener un aliado hasta hoy imprescindible en su llamada guerra contra el terrorismo.
Ahora, las perspectivas de una transición democrática pacífica en Pakistán se han disipado fugazmente con la muerte de Bhutto, y Estados Unidos pareciera encontrarse ante una encrucijada: mantener relaciones con el impresentable gobierno de Musharraf o retirarle el apoyo y apostar por su derrocamiento, con el enorme riesgo de que ese escenario pudiera representar la pérdida de control de las armas nucleares que posee el régimen de ese país, y su traslado a manos de organizaciones fundamentalistas o de un gobierno talibán, algo que no conviene a nadie. (...)