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Musharraf ordena mano dura contra las protestas en Pakistán

Señalado como responsable último, por acción u omisión, del atentado mortal contra la candidata Benazir Bhutto, el régimen del golpista Pervez Musharraf anunció mayor firmeza para acabar con las protestas populares. Unas protestas que se han saldado con decenas de muertos y que han paralizado Karachi y las principales ciudades de Pakistán.

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El general y presidente golpista de Pakistán, Pervez Musharraf, anunció mano dura contra las protestas tras la muerte en atentado de la dirigente política Benazir Bhutto.

Musharraf, que reunió a los principales responsables de los servicios de seguridad del país, incluido el jefe del Estado Mayor del Ejército, anunció que «los elementos que intentan explotar la situación lanzándose al pillaje y al saqueo serán tratados con firmeza y debe hacerse todo lo necesario para asegurar la seguridad de los ciudadanos».

El régimen, que valoró ayer en decenas de millones de dólares los daños registrados en tres días de protestas, trata de conjurar así el clamor popular que exige su desaparición y le responsabiliza por la dramática situación que vive el país, de la que la muerte de Bhutto no es sino la última manifestación.

El propio Gobierno cifró ayer en 38 las personas muertas en estas protestas, aunque no aclaró cuántas de ellas cayeron bajo las balas policiales.

No es difícil aventurar que serán muchas, habida cuenta de que el Ministerio de Interior de la provincia de Sindh, bastión del PPP de Bhutto, mantiene en vigor la orden de disparar a matar para evitar protestas.

El propio Ministerio contradijo al Gobierno central y elevó la cifra de víctimas mortales, al asegurar que sólo en el Sindh han muerto 44 personas.

Karachi, ciudad muerta

Karachi, capital provincial y a su vez capital económica del país con sus 12 millones largos de habitantes, era ayer, segundo día de duelo nacional, una ciudad muerta. De ordinario bulliciosa y llena de vida, estaba tomada por los paramilitares -10.000 rangers han sido destinados a esta ciudad- y era escenario de esporádicos saqueos.

«Karachi no ha estado nunca tan silenciosa. Es triste y preocupante», resumía Shahana Rehmat. «Es como si estuviéramos todos en arresto domiciliario», añadía.

Aislada totalmente del resto del país y con todos los comercios y gasolineras cerradas, se calculaba ayer que en un par de días la población sufrirá problemas de abastecimiento de alimentos. Restos de vehículos y autobuses calcinados, así como al menos una gasolinera y un fast-food con la bandera estadounidense, destruidos durante la madrugada de ayer, configuraban un paisaje esperpéntico.

De vez en cuando, jóvenes armados con palos recorrían sus principales avenidas desafiando a los paramilitares.

Los temidos rangers -fuerza paramilitar- eran los dueños de las calles no sólo de Karachi sino de las principales ciudades del país. Similares imágenes ofrecían la capital política, Islamabad, y su gemela, Rawalpindi, donde miles de seguidores del PPP se enfrentaron ayer a la Policía cerca del escenario del atentado mortal contra su líder.

También había protestas en Lahore, donde al menos 10.000 manifestantes salieron a las calles, y en la megalópolis del noroeste, Peshawar.

El atentado del pasado jueves parece haber sido la gota que colmó el vaso y todo apunta a un fenómeno de desintegración política y social de este país de 160 millones de habitantes.

Polémica en torno a su muerte

Mientras tanto, la polémica en torno a las circunstancias de la muerte de Bhutto parece lejos de amainar.

El Gobierno insiste en la versión de que murió al chocar su cabeza con el techo del coche como efecto de la explosión y mostró su disposición de hacer una autopsia al cadáver si el PPP autoriza su exhumación.

Sherry Rehman, su tradicional portavoz, asegura que lavó el cadáver y que tenía sendos orificios de bala a ambos lados de la cabeza.

Todo apunta a una maniobra de distracción por parte del régimen para sortear las críticas no ya a su falta de previsión para garantizar la seguridad de la candidata sino por su participación en el atentado. Una denuncia que está en el origen de la mayoría de las protestas.

El presunto líder local de Al Qaeda niega su participación

Baitullah Mehsud, líder talibán paquistaní al que vinculan con la red Al Qaeda, rechazó las imputaciones del régimen de Musharraf y negó relación alguna con el atentado.

Su portavoz, el maulana Omar, aseguró que estamos ante «un complot del Gobierno, del Ejército y de los servicios de inteligencia», en referencia al ISI.

Desde Waziristán, territorio talibán prácticamente «liberado», el maulana (título religioso) aseguró que «atacar a una mujer va contra nuestras tradiciones tribales». Añadió que habría resultado imposible a los combatientes islamistas atravesar el cordón de seguridad en torno a Bhutto. GARA

Afganistán

La muerte de Bhutto ha sido un cataclismo para el presidente títere afgano, Hamid Karzai, recluido en Kabul y que cuenta con el sostén occidental frente a la creciente ofensiva talibán en todo el país.

Crecen las dudas en torno a la celebración de los comicios

La Comisión Electoral, única institución habilitada por ley para retrasar las elecciones, anunció una reunión el próximo lunes y cifró en un 95% las posibilidades de que los comicios no se celebren el 8 de enero.

«Todas las actividades en el marco del proceso electoral han sido desfavorablemente afectadas» por el atentado, aseguró la Comisión.

Por su parte, la formación de Bhutto, el PPP, anunció que decidirá hoy si participa en las elecciones legislativas y provinciales. «Tomaremos una decisión hoy», aseguró su portavoz Sherry Rehman.

Un dirigente del partido en el poder que sostiene a Musharraf señaló que, sin el PPP, las elecciones «no tendrían sentido».

La coalición que lidera el también opositor Nawaz Sharif ya ha anunciado su boicot a la cita.

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