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Qatar ha llevado a cabo en África una operación triunfo gigantesca

Una veintena de niños iniciará a partir del próximo martes un viaje hacia un sueño. Son 24 futuros futbolistas de una gigantesca Operación Triunfo de entre casi mil candidatos. Sólo debían reunir dos condiciones: haber nacido en 1994 y evidenciar un talento excepcional.

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Son los elegidos para un proyecto social y deportivo, con el objetivo final de pasar a formar parte de la elite del fútbol del continente negro. Primero, deportivo, y después social. Y ellos podrían llegar a ser los futuros jugadores de la selección de Qatar, que aspira a participar en la fase final del Mundial del 2018, aún sin decidir el país donde se disputará. En cualquier caso, estos talentosos futbolistas tendrán la última palabra en la decisión: jugar con su nuevo país de adopción o regresar a los orígenes y enrolarse con sus compatriotas.

El pequeño país de Qatar, uno de los emiratos de la Península Arábiga, de 11.500 kilómetros cuadrados y con una población que ronda el medio millón de habitantes, hace tiempo que tuvo un sueño: además de ser un país inmensamente rico por su producción petrolera, deseaba situarse en el epicentro del mundo. Y esto, en el siglo XXI, también lo permite el fútbol.

A través del proyecto Aspire, nombre que recibe una monumental academia deportiva construida hace años en la capital de Qatar (Doha), el pequeño país del Golfo Pérsico encargó a diversos expertos en fútbol a lo largo del mundo trazar un plan para que en un futuro no lejano una fase final de un mundial de fútbol tuviese entre los elegidos a Qatar.

Contactos en Catalunya

Los alemanes Andreas Bleicher y Thomas Flock, director deportivo y director general de Aspire, respectivamente, contactaron con el ex técnico del fútbol base del FC Barcelona, Josep Colomer, cuando éste fue destituido hace tres temporadas en la entidad catalana. Colomer, amigo y colaborador de la empresa «Bonus sport marketing» (BSM), propiedad del catalán Sandro Rosell, comentó con el ex vicepresidente del Barça la posibilidad de emprender un nuevo proyecto pionero con Qatar, dadas las expectativas de crecimiento que tenía el pequeño país del Pérsico.

De ahí nació la idea, de los responsables de Aspire, así como de la familia del emir de Qatar, Hammad al-Thani, para reunir futuros talentos del balompié para darles una oportunidad de ser futbolistas de elite y de becarlos para completar sus estudios.

Rosell realizó un elaborado proyecto de búsqueda de talentos. Lejos de sondear los mercados tradicionales, como son Europa o Suramérica, la mirada se orientó hacia África. Esta idea ha contado con algunas críticas, pues se ha tildado el proyecto «Aspire África» de expolio de jóvenes valores del continente, aunque los promotores argumentan que han buscado futuros futbolistas en comunidades donde los niños no tenían ningún futuro.

«Una de las perlas que hemos encontrado vivía a unos 600 kilómetros de Pretoria (capital de Suráfrica) y cada día iba con sus cabras al río cercano a su pueblo. Tiene un talento extraordinario para el fútbol. Le vamos a dar una oportunidad. La merece, y también su familia. Hemos ido a sumar a África. Los niños que no deseen jugar al final en Qatar lo harán con sus selecciones originales. Les habremos dado un futuro y estudios. ¿A qué más podemos aspirar?», argumentó Sandro Rosell.

Concluido el proyecto sobre el papel, fueron elegidos siete países en concreto (Suráfrica, Senegal, Kenia, Camerún, Ghana, Nigeria y Marruecos) donde se iniciaría la búsqueda de las mejores perlas de niños nacidos en 1994. Cien mil por país nada menos. Se contactó con la mejor consultora de cada país, que pasó a ser filial de BSM en este proyecto.

Se buscaron campos de fútbol y se asignaron coordinadores y un responsable del campo, a los cuales se incentivó por los éxitos para evitar que beneficiasen a familiares. En total, 700.000 niños y 52.000 partidos. Todos en campo grande y con sus árbitros y asistentes.

Cada uno de los últimos siete meses, responsables del proyecto y técnicos, entre los cuales se encontraba el catalán Pere Gratacós (seleccionador de Catalunya y que ayer precisamente se enfrentó a Euskal Herria en San Mamés), se presentaron en cada uno de los siete países para seleccionar, de un grupo final de cincuenta niños, a los tres mejores. La última selección se realizó recientemente en Marruecos y los veintiún jugadores escogidos, más tres porteros, iniciarán a partir de enero una estadía final en Qatar, en el centro Aspire.

La adaptación será clave

Los niños viajarán con coordinadores que han trabajado en cada país y con sus familiares, para buscar una adaptación al nuevo entorno, donde se entrenarán a partir de los mejores programas para preparar futbolistas y deberán someterse a un rígido programa de estudios y de aprendizaje de idiomas, para adquirir una formación humanística.

Atrás habrán quedado 43 niños en cada país que habrán visto pasar por delante quizás una primera y única oportunidad para convertirse en futbolistas profesionales. «Entre el tercero y el cuarto no hay diferencia. Ni tampoco con el quinto. De la labor que hemos hecho también obtendrá beneficios el país donde hemos trabajado, porque dispondrá de unos cuarenta niños de primer nivel nacidos en 1994», añadió Rosell.

A mediados del 2008, la segunda etapa de la Operación Triunfo en África volverá a ponerse en marcha. Entonces serán niños de 1995, aunque en lugar de siete, esperan ampliarlo a diez países. De este millón de niños, una treintena dispondrá de una beca en Qatar. Y así hasta el quinto año.

Será entonces cuando el pequeño estado de Qatar, gracias a la cesión de estos futbolistas africanos a equipos europeos y a la experiencia que hayan adquirido, podrá disponer de una selección con opciones de ser algo en las fases de clasificación para un mundial de fútbol. El objetivo es el del 2018. Pero antes, los niños, ya hombres, deberán elegir a quién desean representar: al país de origen o al de adopción.

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