Decía Bill Shankly, legendario técnico del Liverpool, que «el fútbol no es lo más importante, sino lo único importante». Sin embargo, dentro de su ferviente pasión por el fútbol y por los reds, Shankly olvidaba que existen sentimientos y derechos que están muy por encima del balompié. Y esta es una constatación que quedó perfectamente reflejada ayer en un abarrotado San Mamés.

La Catedral fue testigo de una imagen histórica. Los componentes de dos selecciones de países a quienes no se les reconoce el derecho a decidir libre y democráticamente su futuro saltaron al campo con una única pancarta que rezaba en ambos idiomas: «Euskal Herria, Catalunya, nazio bat selekzio bat, una nació una selecció».

Parapetados con dignidad en dicha legitima y mayoritaria reivindicación, ambos escucharon unos himnos donde Els Segadors sonó bastante más emotivo que un «Gora ta gora» que habría que sustituir para poder contar con algún canto más integrador y vibrante.

Lo dicho, el partido tenía todos los alicientes y tampoco defraudó en el apartado de la demanda. Así, en cuanto los dos onces se posicionaron sobre el césped de un mítico escenario como San Mamés, los gritos de «independentzia» sonaron atronadores. La fotografía de una reivindicación que va más allá, y que es mucho más importante que el propio fútbol estaba servida. Las sonrisas florecían en Euskal Herria y Catalunya, mientras que el escozor asomaría por los rincones y cabezas de los expertos en la negación.

En cuanto al juego, la primera parte contó con una destacada superioridad catalana. Los de Gratacós, que conformaban un once más que competitivo, dominaron la parcela central con Xavi y Sergio González, lo que les permitió encontrar claridad en los pases para unos móviles Coro, Sergio García y Bojan. Fue precisamente el joven delantero del Barcelona quien marcó la diferencia en esos primeros 45 minutos. El de Linyola se aprovechó de un sensacional pase en profundidad de Coro para plantarse solo y superar con una facilidad pasmosa a Lafuente. Con tan sólo 17 años Bojan debutaba como internacional y estrenaba también su casillero goleador.

El tanto avivó a los catalanes que siguieron acercándose a las inmediaciones del meta del Espanyol. Aún así, y al igual que sucedió frente a Gales hace 16 meses, Lafuente volvió a salvar a Euskal Herria. Lo hizo atajando sendos lanzamientos peligrosísimos de Xavi y Bojan. Los de Gratacós parecían jugar a su antojo y en la banda izquierda, defendida por Asier Del Horno, encontraban un buen camino por el cual asomarse al área.

Todo ello obligaba a la tricolor a reaccionar. Los hombres de Iribar y Etxarri forzaron la máquina en los últimos compases de la primera mitad para crear peligro en la portería catalana.

A través de córners, el equipo nacional empezó a cercar la meta de un acertado Morales -sustituto de un Jorquera que dio el susto de la jornada con su lesión de rodilla- para rondar el gol. Quién más cerca lo tuvo fue Aritz Aduriz. El donostiarra contactó un ajustado remate de cabeza, pero el arquero del Terrassa salvó el gol con una sensa- cional intervención. Con el marcador adverso, pero con las buenas vibraciones del final de la primera mitad intactas llegó el descanso.

Tras la reanudación comenzó el carrusel de cambios que propició la entrada de Riesgo, Aitor, Puñal o Joseba Llorente por Euskal Herria, mientras Carlos García y Ángel debutaban con Catalunya.

A pesar de que la segunda parte comenzó como la primera, es decir, con superioridad de los de Gratacós, poco a poco Euskal Herria fue haciéndose su sitio en el choque. Lo hizo gracias a las ganas que pusieron futbolistas como Aranburu, Mendieta, Gabilondo y, sobre todo, el donostiarra Aritz Aduriz.

Golazo para empatar

El delantero rojiblanco fue el gran protagonista del tanto vasco. El de Aiete cogió el balón en su área, se pegó una cabalgada espectacular antes de ceder el balón a Mendieta, el de Lekeitio encontró a Gabilondo y éste habilitó a Aduriz para que concluyese a placer una jugada que él mismo había comenzado.

El gol dio vida a una afición que pedía «beste bat». Sin embargo, fue Coro quien volvió a evidenciar que los catalanes no habían venido de paseo. Asimismo, Gabilondo pudo dar el triunfo a Euskal Herria en la recta final del encuentro, lo que hubiera supuesto la guinda a una cita histórica donde por encima del resultado y el fútbol había un clamor popular en favor de la oficialidad que, sin duda, ganó por goleada.