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paraíso de las aves

Gorobel, tesoro ornitológico de Europa

La sierra de Gorobel o Sálvada tiene el privilegio de ser uno de los mayores tesoros ornitológicos de todo el continente europeo. A esta conclusión han llegado Joseba Egiguren y José Miguel Llano, autores del libro «Gorobel mendilerroa/ Sierra Sálvada». Según los datos que han recabado, cada primavera crían 120 especies de aves en este territorio vasco que hace muga con Burgos.

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Iñaki VIGOR

Gorobel es una meseta de más de 100 kilómetros cuadrados que por su cara norte cae casi en picado hacia tierras vascas (Araba y Bizkaia), mientras que por el sur desciende suavemente hacia territorio castellano. Esta espectacular muralla, situada a sólo 40 kilómetros del mar, marca la división de aguas y la confluencia de dos climas: el atlántico y el mediterráneo. Ésta es una de las razones que explican su gran biodiversidad, ya que en este singular enclave pueden vivir especies de ambas vertientes. Además, cuenta con numerosos roquedos que cobijan a gran variedad de aves rapaces, mientras que el cercano pantano de Maroño ofrece descanso y despensa a un elevado número de aves migratorias.

Esta muralla rocosa de 25 kilómetros de longitud ha mantenido su estado casi salvaje. Alejada de núcleos urbanos, fábricas y grandes infraestructuras, Gorobel es un enclave natural poco humanizado, donde la intervención humana apenas ha causado modificaciones importantes. Las explotaciones forestales no han sido tan brutales como en otros entornos cercanos; los bosques de haya y quejigo se han conservado bastante bien, y la ganadería y la agricultura han convivido con especies animales y vegetales que en otros lugares ya han desaparecido.

El carácter extraordinario de esta sierra se refleja también en el aspecto geológico, ya que aquí se encuentra la cascada más larga de toda la Península Ibérica (el salto del Nerbioi, con 270 metros), y una de las cuevas más largas del mundo, que tiene más de 12 kilómetros y forma parte del Sistema del Hayal de Ponata. En conjunto, todo este sistema cuenta con 45 kilómetros de desarrollo topografiados.

Todo ello hace de Gorobel una zona privilegiada. Sus atractivos paisajísticos no habían pasado desapercibidos para montañeros y senderistas, pero su gran variedad de hábitats es desconocida para la mayor parte de los habitantes del entorno. «Hace dos años vi que era necesario hacer una publicación sobre esta sierra, porque no había ninguna que hablase de la gran riqueza natural y cultural de Gorobel», recuerda Joseba Egiguren. Este periodista especializado en medio ambiente le planteó la idea al fotógrafo profesional José Miguel Llano, natural de Barakaldo, residente en Amurrio y gran conocedor de esta sierra. Ambos se propusieron elaborar un libro ameno y divulgativo, pero no esperaban encontrarse con la grata sorpresa de descubrir que en esta zona crían cada primavera 120 especies de aves. Así lo han podido comprobar en los dos años de trabajo que les ha llevado este proyecto, un trabajo tan ameno como el libro editado.

«Lo que más nos ha sorprendido es la variedad y cantidad de aves que hay. Yo no sabía que ésta era una de las mejores zonas ornitológicas de Europa, como tampoco sabía que hay una especie de mariposa (Lopinga achine) que sólo vive aquí y en los Picos de Europa. Únicamente un puñado de personas de la zona conoce la gran biodiversidad que tenemos en Gorobel, pero la gran mayoría de quienes suben al monte -señala Egiguren- no son conscientes de que estaban en un tesoro biológico».

Después de contar todas las especies de aves que habían visto en la sierra, los autores del libro presentaron el catálogo a un biólogo de la zona, que se vio bastante sorprendido por el dato. A su vez, éste lo consultó con Alejandro Onrubia, secretario general de SEO (Sociedad Española de Ornitología), considerado uno de los mayores expertos en aves de toda la Península Ibérica. Los datos recogidos por Egiguren y Llano fueron corroborados sin la menor duda: Gorobel, junto con Valderejo, Sobrón y Valle de Tobalina, son las zonas que cuentan con más especies de aves nidificantes de toda la Península y, por extensión, de Europa.

Las especies más importantes son las rapaces, y en concreto el buitre leonado. Aunque en la actualidad tienen problemas para la cría debido al cierre de los muladares, han sido censadas unas 150 parejas. En los riscos de la sierra también viven especies poco habituales, como águila real, halcón peregrino, milano real, culebrera europea, abejero europeo, azor común, aguililla calzada, esmerejón, alcotán europeo, búho real, alcaraván, treparriscos, abubilla, alimoche común, chova piquirroja... Algunas de ellas en peligro de extinción.

Aunque no anida, el quebrantahuesos suele pasearse de vez en cuando por esta sierra, declarada como área de interés especial dentro del plan de gestión del quebrantahuesos en Araba. Los ejemplares jóvenes de esta especie tienden a buscar territorios nuevos, pero de momento no se han asentado en Gorobel, aunque suelen pasar por allí camino de los Picos de Europa.

La que sí anida es el águila real, concretamente cerca del puerto de Angulo, pero sólo hay una pareja de esta emblemática especie. En su día intentó anidar en el salto del Nerbioi, en la zona de Delika, e incluso llegó a hacer nido, pero no consiguió empollar.

Trabajo bibliográfico y de campo

Este paciente trabajo de dos años no ha estado exento de dificultades. Una de las mayores ha sido elaborar el catálogo de vertebrados, ya que no había ninguno completo de toda la sierra, sólo estudios parciales. «Hemos tenido que hacer un trabajo bibliográfico y de campo para saber realmente qué especies había», explica Joseba Egiguren. En esta labor, los autores han contado con la gran ayuda de Juan Manuel Pérez de Ana, biólogo y ornitólogo enamorado de la sierra, que ha aportado datos de los censos de las diferentes rapaces que anidan aquí todos los años.

Además de aves, esta larga sierra alberga otras muchas especies animales, como la nutria, el visón europeo, varias clases de murciélagos, la rana ágil o el tritón. Este precioso animal, en especial el macho cuando está en celo, pasa desapercibido para la gran mayoría de los visitantes.

Otra de las dificultades ha sido fotografiar todas las especies que pueblan la sierra. José Miguel Llano ha aportado su experiencia profesional de veinte años, pero ha tenido que recurrir a la colaboración de fotógrafos expertos en naturaleza, más especializados, para poder acceder a especies como el quebrantahuesos, la marta o la nutria, «ya que es realmente complicado».

Llano calcula que ha realizado unas 1.500 fotografías, de las que 115 se reproducen en el libro. Son fotografías variadas, espectaculares, que permiten abarcar todos los aspectos de la sierra mediante un atractivo recorrido visual. Antes de contactar con Joseba Egiguren para hacer el libro, este fotógrafo ya disponía de un amplio archivo con la intención de hacer un trabajo en torno a Gorobel, ya que había muy poco publicado sobre esta sierra. Con la publicación de este trabajo, este fotógrafo-editor ha venido a cubrir ese vacío.

En cuanto a los textos, son breves y están escritos con un estilo ameno, que engancha rápidamente al lector. Pero también aportan una información rigurosa y contrastada, al mismo tiempo que asequible, ya que permiten acudir a un tema concreto sin necesidad de conocer obligatoriamente lo anterior.

El libro se completa con el listado de todas las especies animales registradas en Gorobel, así como la categoría de amenaza en que se encuentra cada una de ellas.

Cuatro manadas de lobos con más de 24 individuos

En Gorobel hay una especie que cada vez está dando más de qué hablar: el lobo. Después de varias décadas de ausencia, el depredador más emblemático y conflictivo de la fauna de Euskal Herria (con permiso del oso), ha vuelto a la sierra y está reconquistando sus antiguas áreas de campeo. Estudios genéticos recientes -según recoge este libro- corroboran que su población se sitúa entre los 24 y 28 individuos, repartidos en cuatro manadas que se mueven por las sierras y valles cercanos a la muga entre Araba, Bizkaia, Burgos y sureste de Cantabria (Gorobel, Gibijo, Arkamo, Valdegobia, Losa, Mena, norte de Merindades y Ordunte).

«Su presencia es estable y regular -explican los autores-, aunque está sometida a variaciones por las frecuentes batidas de control que se realizan para limitar sus poblaciones. La gran mayoría de los ejemplares muertos son jóvenes solitarios, errantes e inexpertos que buscan nuevos territorios donde asentarse, pero también hay adultos. Se alimentan de corzos, jabalíes, zorros, liebres, ratones, reptiles, frutos, carroña, basura... y también de ganado, ovejas principalmente».

A pesar del temor que infunden, Egiguren y Llano aseguran que el legendario cazador no ataca al ser humano y huye en cuanto advierte nuestra presencia, aunque reconocen que su regreso ha alterado notablemente la vida de los pastores de la zona. «Sierra Sálvada -informan- se ha convertido en testigo del regreso del lobo a territorios vascos, y en uno de los puentes en su ruta de expansión hacia los Pirineos».

La antigua presencia de lobos viene corroborada por las dos loberas que se han conservado. Una de ellas cuenta con dos fosos, porque se perseguían los lobos desde dos direcciones. La otra está en el extremo opuesto, en la zona del puerto de Angulo, y conserva la pared más larga de toda la Península Ibérica, con casi un kilómetro. «No sólo se cazaban lobos, sino también jabalíes, ciervos y caballos. Los hombres espantaban los animales y los conducían hasta un agujero, del que no podían escapar. Ésta es una forma prehistórica de cazar animales, pero no sabemos desde cuándo están ahí esas loberas», agrega Joseba Egiguren.

El lobo es sólo una de las 55 especies de mamíferos que viven en Gorobel. Los diferentes hábitats de la sierra albergan además a 6 especies de peces, 11 de anfibios, 13 de reptiles y 121 de aves, a las que hay que añadir otras 3 especies de peces y 15 de aves acuáticas presentes en el cercano embalse de Maroño. Casi un tercio de esos animales, así como 15 especies de plantas que crecen en la sierra, están incluidos en el Catálogo Vasco de Especies Amenazadas de Fauna y Flora, Silvestre y Marina, y tres de ellos están en peligro de extinción. Como es conocido, las aves, los anfibios y las mariposas son unos excelentes indicadores ambientales.

Todo ello se recoge en este libro de 150 páginas, que incluye como primicia el primer catálogo de vertebrados de esta singular sierra. Los textos son cortos, en euskara y castellano, con resúmenes en inglés. La edición ha contado con el patrocinio de la Dirección de Biodiversidad y Participación Ambiental de la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno de Lakua. I.V.

Una Sierra con varias figuras de protección

La riqueza de la sierra de Gorobel se refleja en las numerosas figuras de protección oficial. Además de formar parte de la Red Natura 2000, alberga dos Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y tres Lugares de Importancia Comunitaria (LIC): Monte Santiago, Arkamo-Gibijo-Arrastaria y Bosques del Valle de Mena.

El Monte Santiago y el Salto del Nerbioi están protegidos con la figura de Monumento Natural. Toda la sierra forma parte del Área Importante para las Aves en Europa (IBA) número 33. La Losa-Urduña está considerada Área de Interés Especial dentro del Plan de Gestión del Quebrantahuesos en Araba, la cabecera del Nerbioi está catalogada como Area de Interés Especial para la conservación del visón europeo y ha sido reconocida como área importante para la herpetofauna del Estado español. Por si fuera poco, toda la sierra de Gorobel forma parte del Corredor Ecológico del Sur de Europa.

Pero la riqueza de Gorobel no sólo está en su exterior, sino también en su interior. Esta sierra surgió del fondo del mar hace unos 300 millones de años junto con la mayoría de las montañas de nuestro entorno, desde Asturias hasta los Pirineos. Estas montañas emergieron de las profundidades marinas como consecuencia del choque entre las placas tectónicas de Iberia y Europa. El largo proceso erosivo ha modelado las cimas, abismos y valles que conforman el paisaje que hoy observamos. En contraste con la cumbre más alta (Eskutxi, de 1.180 metros), la sierra esconde 300 cavidades, el doble que Gorbeia, y alcanza su máxima profundidad en el Hayal de Ponata (-415 metros).

Otra singularidad es lo que en Urduña llaman «el bollo», un espectacular fenómeno natural originado por la inversión térmica que se produce en el Valle de Losa. La gélida niebla cae por el precipicio y forma una gigantesca cascada de nubes blancas. I.V.

Joseba Egiguren coautor del libro: «Prefiero que se conozca esta riqueza,
para que la gente tome conciencia»

Uno de los temores de Joseba Egiguren a la hora de publicar este libro es que Gorobel atraiga a partir de ahora a numerosos visitantes y que se pueda alterar así este espacio natural. Pero, al mismo tiempo, está convencido de que «es mayor el riesgo que corremos si no conocemos y valoramos lo que tenemos, porque hay personas que tienen querencia a coger una escopeta y matar los animales antes que coger unos prismáticos y observarlos».

«Creo que se puede proteger mejor el espacio natural si hacemos un estudio serio de la riqueza que alberga y lo gestionamos de forma correcta. Con este libro queremos dar a conocer que lo que tenemos en Gorobel es muy valioso, y que hay que valorarlo y respetarlo. Lo que nosotros hemos hecho es aportar información tanto a los visitantes como a los vecinos que suben a cazar, a andar en moto o en quad. Queremos que sepan que están pisando un tesoro ornitológico. Mucha gente no lo aprecia por ignorancia, porque no había información. Yo prefiero que se conozca, para que la gente se conciencie y lo ponga en valor», confiesa Egiguren.

Además, no duda de que se puede obtener un beneficio económico y social de esta riqueza natural. Así, apunta que en Gran Bretaña hay una asociación para la protección de aves que cuenta con un millón de socios, y que Gorobel se encuentra a sólo media hora de Bilbo, ciudad bien conectada con aquel país. «Que la gente sepa que el monte puede ser rentable sin necesidad de disparar», resalta este periodista medioambiental, al tiempo que recuerda que «en algunos lugares del mundo resulta mucho más rentable enseñar una ballena a los turistas que cazarla».

«En Gorobel puede pasar lo mismo -añade-. Según cómo gestiones este espacio natural, te lo puedes cargar o lo puedes mantener para las generaciones futuras, además de obtener un beneficio económico muy importante. Nosotros intentamos divulgar esta riqueza, para que la gente sepa que es valioso. La sierra no es sólo lo que vemos, sino que ahí viven otros muchos animales y plantas que no vemos o no conocemos. Por eso, este libro también tiene mucho de educación ambiental».

En lo que se refiere a los lobos y loberas, Egiguren afirma que «está claro que desde el punto de vista etnográfico hay que conservarlo», pero remarca que desde el punto de vista turístico también interesa mucho. «Es como cuando te vas hasta Somiedo para tratar de ver osos. El solo hecho de saber que estás en una zona osera ya te hace sentirte de otra manera. Con los lobos puede ocurrir algo parecido. Creemos que se le puede sacar beneficio sin destruirlos, como se han destruido otras muchas cosas», concluye el coautor del libro. I.V.

fotografías

impactantes, de las 1.500 que realizaron los autores, han sido recogidas en este libro, primero que abarca los numerosos aspectos de esta barrera climática situada a sólo 40 kilómetros del mar.

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