Manu Aramburu Hijo de Anttonio Pello
Anttonio Pello, gudari de 1936
Toda su vida posterior mantuvo la llama republicana -socialista y abertzale- siempre encendida, así nos la trasmitió a sus hijos
Hace días murió por enfermedad una persona que tuvo que defender por las armas la República en el frente del Norte. Salio el 14 de setiembre de su Usurbil natal, yendo primero a Loyola, de donde en una columna de soldados mal armados y equipados fueron a defender el Alto de Urraki.
Al cabo de un tiempo se alistó en el Batallón Larrañaga, eclipsado sin duda por la magia y fuerza que daba el dirigente abertzale-comunista Jesús Larrañaga (fusilado en enero de 1942). De allí pasaron a Asturias a defender Xixón. La vuelta a Bilbao en Octubre del 36 fue terrible, estuvieron varios días sin comer, desfilaron por la Gran Vía ante el lehendakari Jose Antonio Agirre con la republicana tricolor, la ikurriña y, cómo no, la roja con la hoz y el martillo. Las bajas habían sido numerosas, tanto en muertos como en heridos.
Hay una anécdota que simplifica cómo era Jesús Larrañaga. En la retirada los milicianos quemaban las ermitas. Mi aita fue a donde Larrañaga en persona a protestar por tal hecho y le dio toda la razón. Le comentó que eran puestos de refugio y observación de los fascistas. A lo que mi aita le dijo que cómo íbamos a ganar la guerra, nosotros también nos aprovecharíamos de tales puestos de observación.
Un amigo del pueblo le dijo que se apuntara al batallón Itxarkundia, que estaba muy bien equipado, con buena comida, buenas armas... En ese batallón trabajó en aprovisionamiento con un camionero de Oria. Estuvieron en el cuartel de Zornotza, donde en abril pudieron sentir el ruido de los aviones que bombardearon Gernika.
Con la caída de Bilbo, pasaron a fortificar Gueñes y Guriezo. De allí a Laredo; allí la traición del PNV, la entrega a los fascistas italianos de todo el Ejército vasco. Batallones anarquistas y comunistas rompieron la bolsa y se fueron hacia Picos de Europa.
Otra vez derrotado el pueblo vasco, la II República le dio un estatuto de autonomía. Los fascistas declararon a Gipuzkoa y Bizkaia provincias traidoras. El balance de la guerra (in)civil en Usurbil era muy triste. Una veintena fueron al frente, seis muertos en combate, seis fusilados.
Según una anécdota que contaba, en un descanso en el frente de Bilbo fueron a tomar unos vinos a Alde Zaharra y se encontró con un militante socialista de Oria, y, cómo no, hablaron de política y discutieron acaloradamente, los dos con argumentos. El socialista le dijo «Mira, Anttonio Pello, decía Tomas Meabe, líder del partido: `para ser español hay que saber al menos cuatro lenguas: euskera, catalán, gallego y castellano'». Esto le marcó, y decía: «¿cuántos líderes del Estado español las hablan? ¿Dónde están los hijos políticos de Largo Caballero, Indalecio Prieto?».
Otro amigo de Eibar le contaba que en un mitin republicano en l932 el orador, en euskera eibarrés, dijo «Gauze bat da teorikie eta bestie praktikie», recibiendo de los obreros eibarreses grandes aplausos.
Toda su vida posterior mantuvo la llama republicana -socialista y abertzale- siempre encendida, así nos la trasmitió a nosotros sus hijos. Los dos personajes que más admiraba eran Salvador Allende y Fidel Castro.
El pueblo de Usurbil le tributó un homenaje público en setiembre del 2006 con su compañero y amigo Manuel Goenaga, en el que se se citó a casi todos los combatientes republicanos, faltando los enterrados -fusilados en Iru-bide-, que son una treintena, de los que sólo conocemos a Jose Heredero, maestro en Igeldo y a otro de Donostia.
Creía en la unidad de los vascos en torno a un frente popular, decía que es imposible tener dos madres, que nuestro pueblo mil veces maltratado y derrotado por ser pequeño merecía la independencia con soberanía.
Anttonio, muchas gracias por haberte conocido y amado. Camarada aita, que la tierra te sea leve.