La lucha del pueblo kurdo por su libertad
Crónica de un ataque turco en las montañas de Qandil
La periodista Najiba Muhama logró adentrarse en las montañas de Qandil, en Kurdistán Sur, un territorio vetado para los medios extranjeros. Allí pudo comprobar in situ las duras consecuencias de los bombardeos del Ejército turco, que apoyado por un avión espía de Estados Unidos, arrojó sus bombas sobre un amplio número de poblados. En medio de la fría noche, sus habitantes tuvieron que salir huyendo hacia las cuevas de Qandil.
Najiba MUHAMED
Qandil (Kurdistán)
En la noche del 16 de noviembre de 2007, Turquía, sin previo aviso, bombardeó a las fuerzas del PKK en las montañas de Qandil desde las dos hasta las cuatro de la madrugada. El bombardeo fue continuo; más de veinte aldeas fueron atacadas. Una mujer murió y cinco civiles más resultaron heridos. También fallecieron cinco guerrilleros del PKK y otros tres sufrieron heridas. Las aldeas bombardeas fueron Lwezha, Qalatukan, Karnakaw, Pshtashan, Asterokan, Razga... Siete aviones militares participaron en la operación de aquella noche.
El 17 de diciembre, los aviones bombardearon las montañas de Karwkh y Prdarash, situadas entre Qandil y el pueblo de Soran. El 23 de diciembre, 16 aviones militares atacaron el mismo sitio y las líneas fronterizas entre Irak y Turquía, que incluyen Amedi, Sharnash y Camch. Este área es bombardeada casi todos los días por la aviación turca.
El 25 de diciembre, tropas turcas pasaron la frontera y entraron en tierras de Kurdistán. Como consecuencia de este bombardeo, siete localidades quedaron despobladas. Sólo en el área de Qandil, los habitantes de 25 localidades emprendieron la huida en busca de refugio en Sangasar, Zharawa y Qaladiza. Entre los días 28 y 19, la Cruz Roja así como el Gobierno de Kurdistán repartieron entre los desplazados comida, camas y parafina. Las condiciones de vida en estas áreas no son buenas. Además, un avión de espionaje sobrevuela a diario la zona. Militantes del PKK y del PJAK afirman que pertenece a Estados Unidos y que su cometido es proporcionar información al Ejército turco para que pueda llevar a cabo los ataques aéreos.
Amina Ali, vecina de Sangasar, estaba en Qalatukan cuando empezó el bombardeo. Esa noche fue a visitar a sus padres. Cuando la vi, estaba confusa y tenía el rostro ensangrentado. «De repente, escuchamos un fuerte ruido, estábamos dormidos y dimos un salto de la cama. ¡Qué vimos! El pueblo estaba totalmente destruido, nadie reconocía a nadie; todos escapamos durante la fría noche. Logramos llegar a una cueva donde pasamos la noche sin mantas. Ninguno de nosotros llevaba zapatos. Estuvimos tiritando hasta que salió el sol», relató.
Nashmeel Baiz, profesora en Swrade, también fue testigo del bombardeo. Vive junto a otras tres profesoras de primaria en esta localidad que alberga a veinte familias. Imparte clases a treinta niños. «Eran las dos de la madrugada cuando empezó. La primera bomba cayó sobre el pueblo. Pensamos que se trataba de un trueno luminoso pero cuando miramos por la ventana, el pueblo estaba en llamas y la gente corría, por lo que apagamos las luces y salimos huyendo hacia la cueva que está a un kilómetro de distancia. Aunque es muy estrecha, debido al miedo, más de 40 personas nos escondimos ahí. Vimos los aviones volar a muy baja altura e, incluso, pudimos contarlos. Eran siete», explicó.
Durante aquella noche, Muhmmad Hassan, alcalde de Andiza y conductor, cortó los cables de las luces del vehículo para evacuar a gente hasta Sangasar.
Musheer Jalal vivía en Lawzha, que quedó completamente arrasado. Una de sus hijas, de 15 años, sufrió heridas en una pierna, y tal vez se la tengan que amputar. Conversé con este hombre después del bombardeo. Estaba solo, sin su familia, en un destrozado y desolado pueblo. Afirmó que ninguno de los habitantes regresará. «Sólo los pájaros pasan por aquí, ningún ser humano vive ya aquí porque, como puedes ver, los turcos han barrido la vida de aquí», denunció. «Jamás volveré hasta que el Gobierno kurdo no nos garantice seguridad», subrayó. Junto a otro desplazados, presenció la visita de Mashud Barzani a Khanaqa. «Le dije que nunca volveríamos a nuestros pueblos. Respondió que hablarían con los turcos para que no volviera a ocurrir», en alusión a los ataques en Kurdistán Sur.
El alcalde del distrito de Sangasar, Adulla Ibrahim, relató que «debido a estos bombardeos, más de 25 pueblos han quedado despoblados. La décima parte de las casas están destruidas; miles de animales y aves murieron calcinadas, las escuelas y mezquitas también están destruidas. La situación no es buena, porque los bombarderos turcos sobrevuelan la zona de día y de noche, y es por eso que la gente no puede regresar».
Una fuente del PJAK afirmó que, tras los bombardeos, los guerrilleros del PKK abandonaron la zona y las montañas de Qandil hacia el paso fronterizo con Turquía. «Los turcos saben bien que el PKK ha salido de la región, por tanto, si siguen con los bombardeos, reaccionaremos en su contra». Dentro de Turquía, los kurdos han empezado a manifestarse en contra de estas acciones militares. Miles de kurdos han salido a la calle y quemado 40 vehículos oficiales. El Gobierno turco también los acusa de apoyar al PKK.
«Esta guerra puede ser catastrófica para Turquía entera, hundir a Irak en el caos y desestabilizar todo Oriente Medio», advierte en un comunicado Faruk Doruk, director del Centro de Información de Kurdistán. «El Gobierno turco, sostenido por Europa, rechaza las ofertas de paz del PKK, se mete en una guerra total y se convierte en una amenaza para otras comunidades. A los procesos abiertos contra 53 alcaldes kurdos se añaden los procedimientos contra los cuadros del partido pro kurdo DTP y sus diputados porque se niegan a declarar `terroristas' a los miembros del PKK. Y Turquía sigue manteniendo preso a nuestro líder, el presidente Abdullah Ocalan, preso en la isla-prisión de Imrali desde febrero de 1999 en condiciones indignas, menospreciando los convenios internacionales», recuerda Doruk. Ahora, añade, «bombardea pueblos en Kurdistán Sur, matando e hiriendo civiles y a patriotas kurdos que combaten por la libertad». Por ello, apela a «pedir todos juntos al Gobierno francés, las instituciones internacionales y europeas que intervengan vigorosamente en favor de la paz».