EL CORREO Carlos Taibo 2008/1/3
Incomodidades kosovares
(...) Es preceptivo agregar que, pese a las apariencias, esas potencias occidentales de las que hablamos respaldan un Kosovo independiente, sin entusiasmo alguno, en virtud de un criterio de estricto pragmatismo(...)
Mayores son, si cabe, los elementos de incomodidad que se derivan de un segundo hecho, que no es otro que el discurso omnipresente en el grueso de los medios de comunicación españoles en relación con una eventual independencia de Kosovo. Han reaparecido al respecto todas las monsergas que beben de la sacralización de la legislación interna de los Estados -al parecer, Kosovo es Serbia porque lo dicen, sin más, las leyes en vigor en este país-, de la defensa visceral del principio de la integridad territorial -y ello pese a que este principio entre en colisión con la opinión mayoritaria entre la ciudadanía de un país dado- (...), en suma, del acatamiento esencialista de las reglas que impone un nacionalismo de Estado.
Claro que, más allá de todo lo anterior, lo que ha despuntado ha sido la sugerencia de que un Kosovo independiente -tanto más si se perfila al margen de lo que reza la maltrecha legalidad internacional- bien puede convertirse en un estímulo para demandas secesionistas como las que se hacen notar en Cataluña, Galicia y el País Vasco. Si, por un lado, semejante manera de ver las cosas es moderadamente sagaz -por mucho que el ministro español de Asuntos Exteriores, el señor Moratinos, se empeñe, sí que hay relación entre las casuísticas correspondientes-, por el otro se impone preguntarse si no conviene escarbar serenamente en un horizonte que el discurso dominante pretende cerrar: el de que, lejos de ser, como parece hasta ahora, un caso aislado, el de Kosovo se convierta en un antecedente en el que fundamentar una discusión legítima relativa a la integración de determinadas comunidades humanas, acaso a su pesar, en los Estados que conocemos. Bueno será, naturalmente, que entre las lecciones que esa discusión invite a extraer se cuenten la de que importa, y mucho, saber qué es lo que piensan las gentes y la de que es imperativo garantizar el vigor pleno, en paralelo, de los derechos de las minorías.