El líder de la oposición keniana, Raila Odinga, respondió de inmediato e indicó, en rueda de prensa, que la propuesta de Kibaki no influye en su postura y volvió a exigir su dimisión y la apertura de negociaciones bajo patrocinio internacional con vistas a lograr un acuerdo.

Odinga manifestó que «queremos un acuerdo negociado. Nuestro punto de partida es que Kibaki está ahí ilegalmente. No debería llegar a la mesa de negociación como presidente». Odinga señaló que «quisiera saber por qué Kibaki rechazó la mediación de Kofi Annan -ex secretario general de la ONU- y de John Kufuor -presidente de Ghana y de la Unión Africana-», y agregó que «lo que está pasando no es un problema interno porque afecta a toda la región».

Poco antes, Kibaki indicó que estaba «dispuesto a formar un Gobierno de unidad nacional que no sólo agruparía a todos los kenianos, sino que ayudaría a la reconciliación y a cicatrizar las heridas» causadas por las elecciones presidenciales del pasado 27 de diciembre, celebradas entre denuncias de fraude y que dieron una «sospechosa» victoria a Kibaki.

La enviada estadounidense Frazer inició ayer su mediación para tratar de desenredar la crisis, no en vano Kenia en un valioso peón en la llamada «lucha antiterrorista» de Washington.

Frazer se entrevistó inicialmente con Odinga, para hacerlo posteriormente con Kibaki.

Según el comunicado de la presidencia keniana, Frazer pidio a Kibaki «tender la mano a la oposición para detener la violencia y pidió a todas las partes implicadas que dialoguen para salir de la situación actual».

El Gobierno keniano afirmó el miércoles que juzgaba inútil toda mediación internacional para salir de la crisis y el viernes rechazó la hipótesis de la celebración de nuevas elecciones, tal y como reclama la oposición.

Entretanto, tras una semana de violencia, saldada con la muerte de al menos 360 personas, según el recuento de AFP, el jefe de la Policía de Kenia, el general Ali Mohamed, dijo en un comunicado que el país comienza a «recuperar la calma».