Una novela sobre Sor Juana Inés de la Cruz la presenta como una mujer astuta que sedujo a sus enemigos con la cocina
GARA | MÉXICO
Una nueva novela sobre la poetisa vasco-mexicana Sor Juana Inés de la Cruz (1648-1696), considerada la cumbre de las letras barrocas en el Nuevo Mundo, la presenta como «una mujer astuta, irreverente y sumamente inteligente», que utilizó la cocina para seducir a sus enemigos.
Mónica Zagal, la autora de «La venganza de Sor Juana» (Planeta), no intenta «bajar de su pedestal» a una de las máximas figuras de la literatura mexicana, sino, por el contrario, justificar por qué se la ensalza. «Ella está donde está porque no fue sumisa, ni abnegada, como se esperaba de una mujer en aquella época, sino alguien muy inteligente que supo manejar bien a la gente a su alrededor para que la dejara hacer lo que ella siempre quiso», afirma Zagal.
A lo largo de 209 páginas, la autora da cuenta de la confrontación entre Sor Juana, también conocida como la «décima musa», con su confesor, el padre Antonio Núñez de Miranda, y lo hace aderezando la narración con recetas de la propia monja.
«En ese enfrentamiento, la cocina juega un papel muy importante porque Sor Juana va seduciendo a toda la gente a su alrededor con su chocolatito caliente, buñuelos y mole. La religiosa sacó provecho de ello porque todos eran unos glotones», indica Zagal.
Feminista «avant la lettre»
Sor Juana y Núñez sostuvieron una lucha constante, debido al afán de la monja por tener acceso a literatura prohibida en aquella época, que el sacerdote comenzó a dejarle leer cautivado por sus dotes culinarias.
La religiosa, cuyo verdadero nombre era Juana de Asbaje y Ramírez, oriunda de Bergara y que conocía el euskara, fue autora de obras como «La carta Atenagórica» y la «Respuesta a Sor Filotea».
Zagal, profesora de lengua y literatura inglesas, indicó que su libro surgió a raíz de una protesta de sus estudiantes, que consideraban aburridas las biografías hechas hasta ahora sobre el personaje. Por eso decidió envolver al personaje con algunos elementos de ficción para hacerlo más atractivo. «La obra -agregó Zagal- no pretende ser un libro de texto, sino simplemente una lectura desde otro ángulo, en la que se vea que, además de gran poetisa, la monja fue una mujer inteligente que luchó por sus convicciones».