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Un empujón al que empieza

«El prado de las estrellas»

Tras una largo paréntesis, el veterano cineasta Mario Camus vuelve a dirigir una película en sus paisajes cántabros, con personajes que representan una manera de ser sencilla y optimista.

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M. INSAUSTI | DONOSTIA

Mario Camus llevaba unos seis años sin estrenar nueva película, aunque lo último que hizo fue el guión de «Roma» para el argentino Adolfo Aristarain. Vuelve en su vena más intimista, la de las películas escritas por él mismo, que nada tiene que ver con las adaptaciones literarias de éxito para el cine y la televisión. En «El prado de las estrellas» se mueve en un registro semiautobiográfico parecido al que utilizó en «El color de las nubes», con un reparto coral inspirado en personajes que le son muy familiares. Por eso insiste en rodar en su tierra, en Cantabria, sobre escenarios que conoce de sobra, perfectos para el western melodramático que enfrenta a las gentes campechanas de bien con los intereses de los especuladores, en una versión capitalista y actualizada de lo que siempre fueron los caciques.

Ha elegido a su querido actor Álvaro de Luna, al que dirigió durante tantos años en la serie de televisión «Curro Jiménez», para representar las viejas y renovadas ilusiones de los que siguen apoyando a sus paisanos más prometedores porque creen en ellos. El actor encarna a un jubilado dedicado en sus horas libres a la recogida de caracoles, hasta que un día, de regreso del lugar que da título a la película, es sorprendido por la figura de un joven ciclista que en medio de la niebla culmina una dura y difícil ascensión montañosa. Desde ese momento se entregará en cuerpo y alma a impulsar la carrera del corredor, implicando a todos sus conocidos para conseguirle un patrocinio y la equipación adecuada. Curiosamente el papel del deportista recae en el desconocido Oscar Abad, un aficionado al ciclismo sin experiencia en la interpretación.

Alrededor de la anécdota central giran otras tantas vidas paralelas igualmente extensibles a las relaciones entre personas de distintas edades. Está la anciana que fue como una madre para el protagonista, recluida ahora en una residencia y acosada por los herederos que desean deshacerse de sus tierras. Por extensión, surgen más subtramas, una de las cuales parte de la asistenta social que cuida a esta señora y que trata de ser ella misma, a pesar de dos pretendientes que la presionan. Entre todos constituyen una tipología sencilla y humilde, expresiva de acontecimientos cotidianos, no por ello menos importantes para quienes los viven.

NOMINACIONES

El veterano Álvaro de Luna ha logrado, por su papel de Alfonso, una nominación a los Goya en la categoría de Mejor Actor. Por su parte, el ciclista, y ahora actor, Óscar Abad también ha obtenido su recompensa, puesto que opta a lograr el Goya de Mejor Actor Revelación.

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