Viaje relámpago del gran valedor de Israel por la cisjordania ocupada
Consciente de que Bush no era bienvenido, la Policía de la ANP prefirió dejar las calles desiertas y reprimió con dureza los conatos de protesta. El mal tiempo obligó a la comitiva a cubrir por carretera el trayecto de Jerusalén a Ramallah. Bush pudo atisbar -otra cosa es que le importe- el día a día en la Cisjordania ocupada.
Laurent LOZANO y Joseph KRAUSS | France Press
Fue necesario que hiciera un día meteorológicamente desapacible para que el presidente estadounidense, George W. Bush, tuviera ayer un contacto directo, ainque furtivo, con la realidad del Muro y los puestos de control israelí que constituyen la realidad diaria de los palestinos en Cisjordania.
Bush debía inicialmente cubrir en helicóptero y en un cuarto de hora los kilómetros que separan Jerusalén de Ramallah. Pero la niebla le obligó a tomar la ruta para ir al encuentro del presidente de la Autoridad Palestina (ANP), Mahmud Abbas.
Circulando por una de las carreteras que unen ambas ciudades, Bush tuvo la «oportunidad» de atisbar algunas de las centenares de barreras militares que trocean el territorio palestino ocupado.
También pudo ver un trozo del muro de hormigón y de su dispositivo electrónico que Israel ha erigido en cientos de kilómetros, en gran parte hacia el interior de los territorios palestinos.
Quizás obligado por ello, Bush aseguró en la rueda de prensa posterior que es consciente de que su condición de presidente del mejor aliado de Israel le valió un trato deferencial en relación al que sufre a diario la población palestina. «Estaréis contentos de oir que mi comitiva de al menos 45 vehículos ha podido pasar sin detenerse. No estoy verdaderamente seguro de que ese sea el caso del viajero medio», añadió.
Las barreras militares suponen un perjuicio diario para los palestinos. Impiden la circulación de bienes y de familias enteras y someten a los palestinos a interminables esperas plagadas de tratamientos humillantes. En cuanto al Muro de Cisjordania, ha fracturado poblaciones enteras.
Con todo, el checkpoint de Beit El no es ni de lejos el más estricto. La ruta tomada por Bush es la misma reservada a los privilegiados y, si no media la prohibición de pasar, a los servicios de urgencia. Y el trayecto de Jerusalén a Ramallah es mucho más sencillo que en sentido inverso.
Ramallah, ciudad fantasma
Su «excursión» no ha dado, sin embargo, a Bush más que una ligera idea del día a día de los palestinos. Ramallah tenía el aire de una ciudad fantasma.
Las fuerzas policiales de la ANP vigilaban todos los cruces y las principales calles y prohibieron a la población salir a los balcones y asomarse a las ventanas en un intento de impedir protestas.
No lo lograron del todo y cientos de palestinos se concentraron en la céntrica Plaza Manara coreando lemas como «Bush, criminal de guerra» y «Fuera Bush».
La Policía de la ANP reprimió a bastonazos y con gases lacrimógenos este ejercicio democrático de libertad de expresión.
Los pocos palestinos de a pie entrevistados corroboraron su nula esperanza en torno a esta visita y a la reciente ofensiva estadounidense en el marco de Annapolis.
«Comprendo la frustración de los palestinos por tener que pasar por los puestos de control», aseguró Bush para añadir a continuación que «también comprendo que los israelíes quieren un mínimo de seguridad mientras no se haya instaurado la confianza entre ambas partes».
Levantada la niebla meteorológica, Bush pudo por fin tomar el helicóptero a Belén.
Al igual que Ramallah, Belén era una ciudad fantasma. La Policía de la ANP obligó a cerrar todas las tiendas y sus habitantes mostraban un semblante similar al del cielo encapotado. Bush, uno de los dirigentes cristianos más «piadosos» del Planeta, había llegado al lugar donde las escrituras de esta religión sitúan el nacimiento de Jesús.
Agentes estadounidenses y de la ANP mantenían un cerco impresionante. Miles de hombres armados estaban desplegados en esta ciudad a las puertas de Jerusalén, costreñida por el Muro de Cisjordania.
Tiradores de élite estaban apostados sobre los tejados alrededor de la Basílica de Belén. El convoy presidencial atravesó a gran velocidad las calles desiertas donde lo único visible eran los puestos policiales. Toda circulación, incluida la peatonal, estaba prohibida desde primera hora. Los jeeps de la Policía, circulaban a todo gas, kalachnikovs al aire.
«Para los que profesamos la fe cristiana, no hay lugar más sagrado que éste donde nació nuestro salvador», aseguraba Bush.
«Sólo quiere apoyo para atacar a Irán»
«Él viene aquí y ellos cierran todas las tiendas. No nos dejan ni trabajar», se quejaba airado Alaa, 26 años de edad y propietario de un restaurante a dos pasos de la Basílica de la que acaba de salir Bush. A primera hora, la Policía le ha obligado a bajar la persiana en previsión de la llegada del «invitado».
Esta visita no nos aportará nada y no modificará la situación entre israelíes y palestinos. Bush viene aquí únicamente para obtener apoyo en caso de guerra contra Irán», aseguraba Alaa.
La plaza frente a la Basílica estaba desierta. Y eso que, en su estancia horas antes en Ramallah, Bush prometía a los palestinos un acuerdo para la creación de un Estado antes del fin de su mandato, en enero de 2009. Y es que para los palestinos, Bush es sinónimo de apoyo sin condiciones al Estado judío y de ocupación de Irak. Aquí, pocos creen en sus palabras.
Hecho singular, el alcalde de Belén, Victor Batarseh, no fue invitado a la ceremonia de recibimiento a Bush. «A mí nadie me ha dicho nada. Simplemente me han ordenado que haga limpiar las calles. Y es lo que he hecho», añadía lacónico. Alcalde desde 2005, Batarseh, un cristiano de 72 años, es miembro del Frente Popular de Liberación de Palestina (FPLP), organización de izquierda que EEUU ha incluido en su lista de «organizaciones terroristas». Más aún, fue elegido frente al candidato del oficialista al-Fatah gracias al apoyo de los concejales del movimiento islamista Hamas, otra organización «terrorista» a los ojos de Washington.
Bush visitará hoy en el norte de Galilea, hoy ocupado por Israel aunque tierra igualmente palestina, el monte donde la tradición sitúa el lugar desde el que Jesús dio su Sermón de la Montaña.
Ninguna mención a las resoluciones de la ONU incumplidas por Israel y apelaciones a «ir hacia adelante sin mirar atrás». El discurso de Bush en su visita a los territorios ocupados resultó tan previsible como el nulo entusiasmo mostrado por la población palestina.
Bush habló de un acuerdo «para el final de la ocupación que comenzó en 1967» pero matizó apelando a la «necesidad de ajustes sobre la línea de armisticio de 1949 para tener en cuenta las nuevas realidades». Con este término da su bendición a los principales bloques de colonias judías que Israel insiste en que mantendrá por encima de todo.
Sobre la cuestión de los millones de refugiados expulsados de su tierra, nada de regreso. Bush se limitó a proponer un «mecanismo internacional de indemnizaciones».
Defensor de la idea de «dos estados» que condena en la práctica a los palestinos a seguir sojuzgados permanentemente, Bush defendió «una Palestina que sea la patria del pueblo palestino, como Israel es la patria del pueblo judío». Bendiciones, por tanto, al régimen teocrático y racista que es fundamento del Estado de Israel.
Bush no se olvidó de exigir a los países árabes que «tiendan la mano» a su fiel aliado en la región.
Su visión del Estado palestino se resume en sus siguientes palabras: «reforzará la estabilidad de la región y contribuirá a la seguridad de Israel».
Tras llegar a asegurar que tal estado no será «un territorio gruyere», Bush no concretó su visión pero dio algunas pistas al referirse a la cuestión de Gaza. Así, instó a los palestinos a elegir «el caos» de Gaza -del que es el principal responsable al negarse a reconocer el triunfo de Hamas- y «la esperanza de un Estado que encarna Abbas».
En plena visita de Bush, la Casa Blanca anunció el nombramiento de un general, William Fraser, para supervisar la Hoja de Ruta.
Cuatro
Bush se limitó a proponer un «mecanismo internacional de indemnizaciones» para los millones de palestinos expulsados de su tierra por Israel.