El primer ministro norirlandés, el unionista Ian Paisley, y su viceprimer ministro, el republicano Martin McGuinness, siguen paseando la nueva imagen del norte de Irlanda por el mundo. Si antes de Navidades ambos viajaron a Nueva York y Washington, ahora le llegó el turno a Bruselas. Sin embargo, estos viajes le sirven al Ejecutivo norirlandés para algo más que reforzar la imagen de unidad y estabilidad de las nuevas instituciones multipartitas.

Estas son visitas con un marcado interés de económico, en el que la nueva autonomía se juega su futuro.

Estados Unidos es un claro objetivo para la atracción de inversores a las oportunidades de un mercado norirlandés inexplorado después de treinta años de conflicto político. La inspiración es clara: El sur de la isla se ha beneficiado de un crecimiento económico propulsado por el establecimiento de multinacionales estadounidenses atraídas por lo reducido de sus impuestos de sociedades y una mano de obra de habla inglesa.

El Ejecutivo de Belfast quiere estudiar las posibilidades de beneficiarse de una posición similar a la de los irlandeses del sur de la isla, y así se explica la disputa con Londres, que no permite la unificación de ese impuesto de sociedades entre el norte y sur de Irlanda.

La visita a Bruselas es, si cabe, más importante. La institución que no hace tantos años el reverendo Ian Paisley denunció como la culminación de una conspiración papista para poner fin al protestantismo en Europa -no olvidemos de dónde viene Paisley- se ha transformado ahora en uno de los focos de atención para un gobierno que sabe que la clave para la estabilidad política se encuentra en la estabilidad económica. Y la Unión Europea ha jugado un papel importante. En el pasado, el norte de Irlanda fue el beneficiario de los fondos europeos. El conflicto político y el interés de la Unión Europea en una solución negociada a esta situación le valió al norte de Irlanda el estatuto de Objetivo Primero de los Fondos Estructurales Europeos, lo cual se traduce en una inversión de alrededor de dos millones de euros a través de los programas Paz I (1995-1999) y Paz II (1999-2006).

Nuevos estados miembros

Sin embargo, el norte de Irlanda ha perdido su estatuto como Objetivo Primero -el término adjudicado a las regiones de la Unión que necesitan mayor apoyo económico- a favor de algunas de las regiones de los nuevos estados miembros.

La visita de Paisley y McGuinness estaba destinada a recordar a Barroso que el norte de Irlanda va a seguir reclamando ayudas para la recuperación de su maltrecha economía. De hecho, Bruselas ya ha anunciado la transferencia de 800 millones de libras esterlinas -el equivalente a más de mil millones de euros- a las arcas del Ejecutivo en un periodo de diez años.