La verdad y la mentira al descubierto
El testimonio que un ciudadano presente en el lugar y a la hora de la detención de Igor Portu y Mattin Sarasola prestó ayer ante el Juzgado de Bergara ha dejado en evidencia la versión del ministro de Interior español. El pasado lunes, la afortunada publicación del parte médico del ingreso de Igor Portu en el Hospital Donostia provocó la comparecencia del ministro, una comparecencia respaldada entre otros por el presidente del Gobierno español, que, en lugar de despejar las dudas sobre los malos tratos que el joven relató a los médicos del hospital, dejó patente la nula voluntad de ese Gobierno de terminar no sólo con los procedimientos que facilitan la práctica de la tortura, sino también con la propia tortura.
La declaración de ese testigo saca a la luz la verdad de los hechos y, a la vez, la mentira oficial. Ese testimonio, que «con pelos y señales» narra lo ocurrido desde la aparición de los dos jóvenes lesakarras y seguidamente de los automóviles de la Guardia Civil hasta que los miembros de ese cuerpo le ordenaron que se ausentara del lugar una vez esposados los dos detenidos, deja también en evidencia las oscilantes informaciones de algunos medios de comunicación y los intentos de vincular las lesiones de ambos al momento de su detención y a un supuesto intento de darse a la fuga.
Hoy, las páginas de GARA acogen la carta que el dramaturgo Alfonso Sastre dirige al presidente del Gobierno español. Una dolorida denuncia de la hipocresía de la llamada clase política española que reclama el respeto de los derechos humanos en otras latitudes mientras se niega a aceptar e incluso ayuda a encubrir las graves vulneraciones existentes en el Estado español y cuyo último exponente ha sido lo ocurrido en torno a la detención de Igor Portu y Mattin Sarasola. Sin embargo, en esta ocasión el silencio no ha podido ser refugio de la mentira. La credibilidad del Gobierno español, de los cuerpos de seguridad del Estado y de los jueces que hacen oídos sordos a las denuncias de tortura y se niegan a mirar las marcas del torturado es nula.