Quince días después de la muerte en atentado de la principal líder de la oposición paquistaní Benazir Bhutto y en plena campaña para las elecciones legislativas del 18 de febrero, un kamikaze que conducía una motoci- cleta hizo estallar la carga explosiva que portaba poco antes del mediodía cuando varios policías intentaron detenerlo. La deflagración mató a al menos veintiséis personas e hirió a alrededor de 58. Veintidós de los fallecidos eran policías.

El atentado ocurrió en las inmediaciones del Tribunal Supremo paquistaní a las 11.43 (hora local), unos minutos antes de que se celebrara una manifestación de abogados en el centro de Lahore en contra del Gobierno de Pervez Musharraf, motivo por el cual gran número de policías estaban montando un dispositivo de seguridad en las inmediaciones de la corte judicial.

El agente Jameel Ahmed señaló que el kamikaze era un varón de unos 25 años que llegó a bordo de una motocicleta al Tribunal Supremo. «Aparcó su moto, camino hasta la Policía y se inmoló», añadió.

Según una fuente hospitalaria citada por la agencia estatal APP, tres personas que viajaban en dos coches, un motociclista, dos triciclos motorizados y un carro arrastrado por un caballo saltaron por los aires como consecuencia de la explosión.

El portavoz del Ministerio paquistaní de Interior, Javed Iqbal Cheema, aseguró que el ataque «iba dirigido contra la Policía» y anunció que el Gobierno ha puesto las cuatro provincias del país en «alerta roja». El atentado se produjo un día antes del inicio del mes sagrado musulmán del Muharram, durante el cual el Gobierno de Pakistán ha decidido declarar «sensibles» o en riesgo de violencia a 36 localidades de las cuatro provincias y redoblar la vigilancia en ellas.

El pasado día 7, dos civiles y ocho soldados resultaron heridos cuando un kamikaze hizo estallar la carga explosiva que llevaba ante una base militar en el valle norteño de Swat, donde los ataques contra las fuerzas de seguridad son frecuentes. Sin embargo, es poco habitual que los atentados kamikazes se lleven a cabo en Lahore, capital cultural de Pakistán, cerca de la frontera con India.

El de ayer ha sido el primer atentado mortal en 2008, pero se produjo después de una ola de ataques kamikazes sin precedentes atribuidos a islamistas cercanos Al Qaeda, que convirtieron 2007 en el año más sangriento de la historia de Pakistán, con más de 800 muertos. La mitad, en el último trimestre.