Recogida puerta a puerta en los Països Catalans
Los residuos, una cuestión de implicación
Representantes de las Mancomunidades de San Marcos y Debagoiena, ayuntamientos y movimientos populares han visitado los Països Catalans para conocer in situ sistemas de recogida puerta a puerta; una alternativa que en breve no será tan desconocida en casa.
Maider EIZMENDI
Nueve y media de la noche. Como cada día, Jordi Sisquella deposita en la puerta de su casa los residuos generados por su familia. Hoy toca materia orgánica y papel y cartón. Lleva realizando esta tarea desde que el Ayuntamiento catalán de Canet de Mar decidiese poner en marcha un sistema de recogida puerta a puerta en mayo de 2005, una apuesta con la que ha conseguido incrementar, y mucho, los porcentajes de recogida selectiva. A Sisquella y su familia no les era ajeno este quehacer. «Antes también solíamos clasificar los residuos, pero, a diferencia de ahora, los almacenábamos en casa y cada sábado los solíamos llevar en coche hasta la deixellería -Garbigune-; por lo tanto, la aplicación de este sistema nos ha facilitado el trabajo», explica este vecino, que califica de «genial» la iniciativa adoptada por el Consistorio de este municipio de la comarca del Maresme. Minutos después de mantener esta conversación los camiones encargados de la recogida llegan a la puerta de la vivienda de Sisquella y recogen el cubo depositado.
Canet de Mar, con una población de 14.000 habitantes, es uno de los muchos municipios catalanes que se han aventurado a aplicar este sistema que tan buenos resultados está obteniendo. A día de hoy, son ya casi 70 las localidades que han elegido esta estrategia para gestionar sus residuos sólidos urbanos. Tal y como reconoce la concejala de Medio Ambiente de esta localidad, además de las lógicas razones ambientales, optaron por esta estrategia porque estaban obligados a cumplir la Ley 6/93 que obliga a los municipios de más de 5.000 habitantes a realizar la recogida selectiva de la materia orgánica. Pero más que la normativa, fue el «pésimo» funcionamiento del sistema de recogida anterior y el coste económico cada vez mayor de mantener el mismo el que les impulsó a poner en marcha el sistema de puerta a puerta. «Canet está integrado en la incineradora de la comarca, situada en Mataró, pero el cupo que nos correspondía, 4.500 toneladas al año, no cubría las necesidades que teníamos; creábamos 1.500 toneladas más», precisa. El alto precio del rechazo llevado a la incineradora y la penalización de la generación de esta fracción hacían que el presupuesto para la gestión de residuos fuese cada vez mayor, resultando insostenible.
De los sistemas analizados, la recogida puerta a puerta fue la que más convenció a los responsables municipales y, de hecho, los resultados obtenidos, son los mejores avales de que la decisión fue acertada. En 2003 en este municipio tan sólo se recogía selectivamente el 7% de los residuos, actualmente hacen lo propio con el 62% de la basura.
La Agencia de Residuos de Catalunya tiene como filosofía impulsar la recogida selectiva y, por ello, penaliza económicamente a los municipios que no reciclan -un canon de 10 euros por tonelada de residuo-. Asimismo, favorece a aquellos que realizan un esfuerzo en favor de sistemas más sostenibles, empleando el dinero que obtiene de las penalizaciones en subvencionar estos proyectos. A esto hay que sumarle los beneficios que las localidades obtienen de la venta de los residuos reciclables y de la concesión a otros municipios del cupo de la incineradora que ahora no necesitan. «Hacer una buena recogida selectiva es económicamente más rentable», concluye la concejala de Canet de Mar.
No sólo en Canet del Mar, la iniciativa también ha resultado satisfactoria en otros municipios como Sant Feliu de Codines o Argentona. En esta última localidad, de aproximadamente 11.600 habitantes, pusieron en marcha un sistema de recogida puerta a puerta de la fracción orgánica, la del papel y cartón y la del resto, recolectando el vidrio y los envases mediante contenedores. Pues bien, de este modo han conseguido que en tres años la fracción de resto disminuya del 80% que representaba en 2003 al 48% actual.
Intensa campaña informativa
El éxito logrado tanto en Argentona como en Canet del Mar u otros municipios que han abogado por la recogida puerta a puerta, se basa, en gran parte, en la intensa campaña informativa y pedagógica previa. Tal y como reconoce el técnico de Medio Ambiente de Argentona Joan Pujol, los niños y las niñas fueron un segmento de la población que abordaron especialmente. «Visitamos los centros escolares y les hablamos de la importancia del reciclaje, la recogida... Luego son ellos los que instruyen a sus padres y les llaman la atención si no seleccionan y reciclan. Además, realizamos comparecencias informativas, instalamos puntos de información, un teléfono donde los vecinos podían informarse e incluso realizamos visitas individualizadas», precisa.
Fruto de una campaña informativa de esta índole y el impulso de la participación ciudadana, que tuvo la ocasión de marcar las características de la estrategia que iban a aplicar, la localidad mallorquina de Puigpunyent puede enorgullecerse de los datos de recogida selectiva alcanzados: en 2003 el porcentaje de resto que recogían y, por lo tanto, enviaban a la incineradora, ascendía hasta el 81% de la basura; a día de hoy esta fracción supone el 19% de los residuos generados por los 1.200 habitantes de la localidad.
Planta de compostaje propia
No contentos con ello, el Ayuntamiento del municipio está ultimando los preparativos de una planta de compostaje propia. Han instalado cuatro módulos de compostaje construídos por la empresa guipuzcoana Kollvik -que tienen su taller en la localidad de Zizurkil- con los que tratarán la materia orgánica generada por los vecinos y vecinas. Estos podrán disponer para su uso de «un compost de muy buena calidad»; y es que, gracias a la gran labor que realizan en la recogida, el porcentaje de impropios -aquellas materias que no corresponden a la fracción seleccionada y repercuten en la calidad final del abono- es casi inexistente. En ello tiene que ver la implicación de los habitantes, pero también es de recibo reconocer la labor de las personas que recogen los residuos. Hector Molina es una de las cinco personas que integran la brigada encargada de esta labor.
Rememora que tras retirar todos los contenedores, resultó complicada la tarea, porque algunos vecinos se mostraban reacios y otros se confundían. «Pero poco a poco fueron aprendiendo y a día de hoy casi no tenemos problemas; si los tenemos realizamos un parte de incidencias y lo comunicamos al Ayuntamiento», asegura. De hecho, el Consistorio tiene fijadas unas sanciones monetarias de entre 90 y 600 euros para aquellas personas que desoyendo la normativa no opten por la recogida selectiva.
Un tratamiento cercano y local ha sido también la apuesta de la Mancomunidad de la Plana, en la provincia de Barcelona. Este órgano intermunicipal que aglutina a una docena de localidades y una población de 30.000 habitantes puso en marcha la recogida puerta a puerta, pero además ha hecho un gran esfuerzo en su posterior tratamiento. Actualmente están llevando a cabo una experiencia piloto con una planta de compostaje, y a la vista de los resultados, están planteándose construir tres módulos más con los que llegarían a tratar entre el 30 y el 40% de la materia orgánica generada.
No todos los municipios se han empeñado tanto en una recogida de calidad y en la cercanía de los tratamientos posteriores y ahí es cuando entran en juego las plantas de tratamiento como la situada en Montcada i Reixas, donde clasifican y tratan los residuos generados en el área metropolitana de Barcelona y reciben las basuras de 500.000 personas. La imagen de bolsas y bolsas de basura y el olor penetrante que impera en algunas zonas de la planta muestra la magnitud del trabajo a realizar en este tipo de infraestructuras. En el citado ecoparque reciben la fracción orgánica y de resto de los residuos orgánicos, lo que supone un total de 700.000 kilos de desecho al año. Éstos siguen dos líneas de tratamiento: el compostaje y la metanización. Sin embargo, la magnitud del trabajo hace muy difícil un tratamiento exhaustivo, por lo que tan sólo entre un 50 y 55% de los residuos que llegan a la planta son recuperados, el resto se envía a vertederos.
Durante cuatro intensos días los representantes llegados de Gipuzkoa han podido conocer y observar in situ las estrategias puestas en marcha por municipios catalanes y mallorquines para una gestión de residuos más sostenible.
Próximamente en gipuzkoa
Las máximas autoridades de la Mancomunidad de San Marcos ya han mostrado su intención de priorizar la inversión en recogida de basura frente a la inversión en infraestructuras. «Ya no es posible continuar afirmando que se quiere realizar una política fomentando la minimización de la generación de residuos, maximizando la reutilización de los bienes y el reciclaje del residuo urbano si se apuesta por la recogida en masa», afirmaron el presidente y vicepresidente de San Marcos, Ricardo Ortega e Imanol Azpiroz, durante el viaje. «El apostar por recoger la mayor parte de la basura de forma mezclada -prosiguieron-, es una apuesta clara por un modelo de gestión determinado, que prioriza la fracción resto con todo lo que ello supone; una apuesta por la centralización de la basura en grandes infraestructuras». Frente a este modelo, afirmaron que el cambio cualitativo vendrá de la mano de la recogida selectiva de calidad. «Se quiere contemplar la recogida como la principal inversión, ya que ésta condiciona tanto la cantidad de basura generada, la tasa de reciclaje y el tipo de tratamiento que es posible realizar a posteriori». De este modo, anunciaron que antes de finales de año pondrán en marcha el sistema de recogida puerta apuerta en Usurbil, una iniciativa que a la vista del entusiasmo y el interés mostrado por muchos de los representantes municipales que han realizado el viaje se podría extender a otros municipios sin mucha demora.
Precisamente, para asesorar a la Mancomunidad de San Marcos en esta labor en breve se trasladará a Gipuzkoa el comisionado técnico de la Asociación Puerta a Puerta, Jordi Colomer. Preguntado sobre el debate suscitado en torno a la incineración asegura lo siguiente: «En Gipuzkoa hay un potencial de incremento de recogida selectiva y es prioritario comenzar a maximizar la recogida selectiva para disminuir la cantidad de rechazo; la discusión de cómo debe ser la incineradora o cómo deben ser los posibles vertederos alternativos, entiendo que es algo que se debe debatir después de haber implantado las recogidas selectivas de órganica y ver qué porcentaje alcanza el rechazo con respecto al total de residuos».
«Las incineradoras- añade- tienen un problema, que es que cuando se construyen en parte dejan de perseguir el objetivo por el cual en teoría se han construido, minimizar la carga de residuo que acabas vertiendo. A la que instalan el sistema de aprovechamiento energético, como la inversión es muy costosa, lo que intenta el gestor de la incineradora es estar funcionando al 100% de su capacidad, competiendo así con la recogida selectiva. En Catalunya hay varios ejemplos».
Si algo ha quedado claro durante este viaje a los Països Catalans es que es posible una gestión de residuos sostenible si las autoridades tienen disposición y si vecinos como Sisquella comprenden que dar solución al tema de la basura es una labor de todos y todas.
Si los residuos generados en domicilios particulares son abundantes, ni qué decir de los que se crean en grandes áreas de servicios como la del Penedés, situada en la AP-7. Aunque parezca curioso la iniciativa para seleccionar la basura e impulsar el compostaje puesto en marcha en este área, partió de la gran cantidad de restos de naranja que apilaban. Al año emplean un total de cuatro toneladas de este cítrico para elaborar zumo y crean tres toneladas de resto de cáscara de naranja. Para dar solución al problema decidieron instalar una máquina compostadora con la que tratar la materia orgánica generada.
Desde febrero del año pasado cada día Remigio Massip se encarga de realizar el compost. Reconoce que en los primeros días les costó habituarse, «porque no supone el mismo trabajo desechar toda la basura en un sólo cubo o separarlo». Sin embargo, cuando casi ha transcurrido un año, afirma que la experiencia ha resultado gratificante y positiva. Con unos 100 litros de residuos orgánicos consiguen aproximadamente 20 o 30 kilos de compost, que reparten entre la plantilla del área. De este modo, tienen un aliciente más para realizar el trabajo previo al compostaje correctamente.